Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Yolanda Castro Reboredo: "Ahora más que nunca lo mío es vocacional"

"Mi voluntariado era del tipo de llamar a la puerta y decirles si podía echar una mano"

Yolanda Castro, ayer, en el Espazo Xove de Lalín. // Bernabé/Javier Lalín

El Espazo Xove de Lalín acogió ayer en su sede de la Casa da Xuventude la primera de una serie de palestras mensuales orientadas a que los jóvenes diserten sobre los temas que deseen. La voluntaria Yolanda Castro Reboredo fue la encargada de iniciar la actividad.

-¿Cuándo se dio cuenta de que era una viajera empedernida?

-Yo creo que desde siempre. Una vez que empiezas a viajar te das cuenta de lo grande que es el mundo, y que toda la geografía que nos enseñan se queda corta. Es algo que se lleva en la sangre. Estuve viviendo en Irlanda y cada vez que el trabajo me lo permitía viajaba por Europa. Volví para España, y una vez aquí, decidí invertir mis ahorros en irme lo más lejos posible.

-¿Y se marchó muy lejos?

-Me fui un verano de vacaciones a Tailandia, y a la vuelta me di cuenta de que hay cosas que sólo se hacen una vez en la vida. En febrero me fui durante casi diez meses por Filipinas, India, Nepal, Sri Lanka y Bangladesh. Tenía todo planeado para estar sobre seguro, pero siempre de mochilera. De Filipinas me fui a la India haciendo voluntariado, pero mi idea no era depender de oenegés. Luego anduve de un lado para otro con otros voluntariados del tipo llamar a la puerta y decirles que me había enterado de que podía echarles una mano. Fue algo genial.

-Entonces, lo suyo fue una especie de voluntariado freelance .

-Al final, de lo que se trataba era llegar a un sitio determinado, ver qué necesidades tenían, lo que yo podía aportar en condiciones de seguridad y, venga, para adelante. Por ejemplo, una noche en India a 50 grados la presión me pudo, estaba cansada, me cogí un tren y marché al Nepal donde acabé haciendo treking y estuve cuatro días con unos niños con distrofia muscular. Al final, todo vino rodado y en el día a día, y después volví a India.

-¿Considera que sólo se puede ser voluntario si se tiene vocación?

-Lo mío es eminentemente vocacional. Yo llevo muchísimos años siendo voluntaria incluso en España. Me gusta hacerlo y ahora más que nunca es vocacional. Yo me he dado cuenta de toda la ayuda externa que he recibido desde el momento en que abandoné Lalín sin tener que dar nada a cambio. A veces pienso que si estoy aquí es por toda esa gente que me ayudó, y yo no tengo cómo devolvérselo. Te das cuenta del valor infinito de un simple apretón de manos, un consejo o una clase de idiomas. Siempre le digo a la gente que esto no tiene nada que ver con ganar dinero. Claro que necesito comer, pero para eso ya me dedico a otras cosas.

-¿Siente pues haber recibido más de lo que dio en su periplo por esos países que recorrió?

-En esas zonas del mundo, sí. Quizás para ellos no. Es increíble la ayuda que me dio tanta gente en esos lugares tan interesantes, y es lo que intento transmitir. Por supuesto que, también, he tenido miedo algunas veces porque algunas cosas que se rumorean son verdad, pero tampoco se cuenta lo bonito porque seguro que no es lo que vende. Ahora quiero hacerme un hueco en mi territorio y poder aportar lo que he aprendido aquí. De todas formas, seguiré viajando siempre que mi trabajo me lo permita.

Compartir el artículo

stats