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Deza mantiene positivo su saldo migratorio debido al mercado laboral de Lalín y Silleda

Son los únicos municipios en los que el número de inmigrantes supera al de los vecinos que dejan la comarca

En 2017, según los datos más recientes que ofrece el IGE, habían llegado a la comarca dezana 1.240 personas procedentes tanto de otros puntos de la provincia como de Galicia, del Estado o de otros países. La cifra supera, aunque sea por poco (en concreto, en 180 personas) a los 1.060 vecinos que decidieron abandonar estas tierras por motivos laborales o de formación. Así las cosas, el saldo migratorio, es decir, la diferencia entre inmigraciones y migraciones, sigue siendo positivo, pero también es verdad que perdió fuelle en comparación con los datos de una década atrás, cuando la recesión económica todavía era solo una amenaza y no había llegado a materializarse.

En 2007, ese saldo migratorio no era de 180 personas, sino de 585: ese año llegaron a la comarca 1.681 inmigrantes, y se marcharon 1.146 vecinos. Con la crisis aún en ciernes, los seis concellos de Deza tenían un saldo migratorio positivo, y ahora se muestra en números rojos en todos los concellos salvo en los dos de mayor tamaño: Lalín y Silleda.

Los dos concellos aguantan el tirón, pese a que en la última década tuvieron que afrontar el cierre de decenas de empresas vinculadas al textil y a la construcción, dos de los pilares económicos de Deza. El final de las obras del trazado del Tren de Alta Velocidad también supuso un mazazo para el mercado de trabajo. Pero las políticas en favor del autoempleo, la reorientación de las empresas y nichos de trabajo en sectores como la tercera edad explican que Lalín y Trasdeza contribuyan a mantener las cifras: el saldo migratorio de la cabecera comarcal dezana es de 153 personas (en 2007 era de 370), y el de Silleda, de 102 (183). Si queremos analizar los datos de los demás concellos, Vila de Cruces pasó de su saldo positivo de 14 en 2007 al de -37 diez años después. Los municipios pequeños ya están acostumbrados a perder gente: el saldo migratorio de Agolada es de -15, el de Rodeiro, de -7, y el de Dozón, de -16. Una década atrás, los tres ya se encontraban también en números rojos con, respectivamente: -2, -2 y -28.

Hablamos del empuje empresarial que poco a poco van recobrando Lalín y Silleda. Pero tampoco hay que olvidar el continuo goteo de emigrantes retornados de Venezuela así como sus descendientes, debido a la crisis que padece ese país desde 2013 tanto a nivel político como económico y social. Y, como es lógico, se asientan en las zonas donde pueden rehacer su vida a nivel laboral.

Extranjero en China

Podemos decir que la comunidad venezolana es, quizá, la más numerosa de la comarca. Pero desde hace años Deza cuenta con una población muy integrada de vecinos de origen árabe, china o rumana. Los primeros y los últimos suelen emplearse, normalmente, en el sector primario, en explotaciones de vacuno o de porcino. Los chinos se orientan sobre todo al sector de la hostelería y a los bazares. Zhi Wu, que en Lalín se hace llamar Dani, regenta el ubicado en Calvo Garra. Lleva en Lalín 11 años, y llegó aquí con la ventaja de hablar español con bastante soltura porque en Valencia, donde pasó otros siete años, acudía a clases gratuitas de español de Cruz Roja. Sus tres hijos nacieron en Lalín, hablan gallego y castellano y tiene claro que no va a regresar a su país de origen. "Quizá cuando me jubile, peor ahora mismo, donde me siento extranjero es al volver a China", dado que buena parte de su familia y amigos se encuentran en tierras gallegas. Su integración es tal que ya celebra el año nuevo del calendario católico.

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