Nigraponte, la tienda lalinense especializada en la venta de libros de ocasión, artesanía gallega y juguetes educativos, entre otros, albergó ayer tarde la presentación del libro Una sociedad sin hijos. El declive demográfico en España y sus implicaciones, del economista santiagués Manuel Blanco Desar.

-¿A quién se le ocurrió un título tan lacónico para este libro?

-Para ser honesto contigo tengo que reconocer que el título no lo puse yo. Desde luego, yo lo comparto como es natural. Originariamente el libro se titulada El síndrome ñ porque es una letra que sólo existe en el alfabeto español y, también, porque está pensado para la gente de la calle y resumir en el título que este era un tema multicausal, la baja fecundidad que existe en España, y que además tiene difícil tratamiento. El editor me dijo que con ese título la gente iba a creer que es un manual de medicina.

-¿La gente no tiene hijos porque no quiere o porque no puede?

-Hay las dos cosas. Resumiendo mucho: Los ricos españoles tienen menos hijos que los ricos franceses, y muchos menos que los de los países árabes incluida China, donde existía la política hasta hace un año de hijo único. Los chinos adinerados preferían pagar una multa que es irrisoria a ciertos niveles de riqueza y tener dos o tres hijos, allí donde se prohibía. Ojo. Entonces, pues hay gente que quiere pero no puede, y otra que puede y no quiere. Estadísticamente es obvio que hay más gente que quiere y no puede, por factores económicos, de índole social y cultural. Yo defiendo que hay que analizar esto desde un punto de vista de hacer grupos sociales, tanto por renta como por nivel formativo, o por tipo de empleo. Hay muchísimos empleados públicos, que tienen un trabajo seguro, que o no tienen hijos o sólo tienen uno. En cambio, observamos que hay gente que tiene trabajos inestables y son mileuristas, y tienen dos chavales. Reducirlo todo a una explicación económica para mí es un error.

-¿La baja natalidad tiene alguna solución inmediata?

-Honestamente no puedo de decir si tiene solución o no, pero esto yo me lo planteo como cuando Alemania derrotó a Francia y estaba a punto de invadir Inglaterra. ¿Tiene solución? Hombre, no sé, pero defendernos que tendremos que defendernos. Lo que no es solución es mirar para otro lado, que es la postura en la que se instaló gran parte de la sociedad española.

-¿El caso gallego es el más alarmante de toda la nación?

-Es el más sangrante, sin duda alguna. Llevamos más de 20 años estando en la terna de las regiones europeas con menor fecundidad de Europa. Con nosotros siempre van Asturias y en los últimos años Canarias. Además, hay que tener en cuenta de que no somos ni los más pobres del continente ni de lejos.

-Aquí tampoco se podría de hablar de un problema exclusivamente económico, ¿no le parece?

-Desde luego, en Galicia hay otros factores que influyen en este asunto. Existen muchísimos estudios en diversos países que acreditan que la decisión de no tener hijos o tener sólo uno está más relacionado con el nivel académico de la persona -a mí no me gusta hablar de mujer porque también tengo la teoría de que en este momento influye más la resistencia de los varones que el de las mujeres a tener descendencia- que la renta. Las mujeres tienen más éxito académico que los hombres. En la Universidad de Santiago actual de cada tres alumnos prácticamente dos son mujeres. Las mujeres con titulaciones superiores que van a terminar nutriendo el empleo público, con buen criterio, deciden no emparejarse -me da igual el tipo de pareja que formen- con varones que no tienen su mismo nivel académico. Esto es la realidad, y con ella hay que convivir mientras no se modifique.