Cerdedo acaba de estrenar una botica robotizada de cuarta generación con vistas al Seixo. Es la versión actualizada de la farmacia originaria que fundó en 1894 el boticario agrarista Constantino Gamallo y también la "dulce locura" que su nieta, la actual farmacéutica Chus Gamallo Morales, comparte con sus seis hijas boticarias -María Jesús, María Esther, María del Pilar, María José, María Luisa y Ana María Charro Gamallo- y su marido Luis Charro, el titular de la centenaria farmacia Charro del barrio vigués de Calvario. Acaban de estrenar una "farmacia de ciudad" en Cerdedo, un pueblo de cuyos vecinos dicen que "se merecen los mismos servicios" de que disponen los vigueses: "el mismo respeto, idéntica atención e iguales artículos". Es la vocación de servicio que la familia de boticarios Charro Gamallo ha heredado de sus antepasados, los padres de Chus Gamallo y Luis Charro, de quienes estos aprendieron el saber hacer y la meticulosidad de su oficio, que también han enseñado a sus hijas, en parte en las guardias nocturnas que en su más tierna infancia compartían con sus progenitores, viviéndolas como un premio.

Ahora las alternan con las farmacias de Forcarei y Soutelo. Con el nuevo año 2019 implantarán un nuevo horario: continuado hasta las 20.00 horas de lunes a domingo (abriendo a las 9.00 de lunes a sábado y una hora más tarde los domingos) y cerrando una hora más tarde en julio y agosto. Los festivos locales abrirán en horario normal.

En los últimos años, a la par que impulsaban la ambiciosa reforma de las tres plantas del edificio de Calvario en la que la farmacia Charro ha atendido a sucesivas generaciones de vigueses, afrontaron el ambicioso proyecto de renovación de la farmacia cerdedense, en el que llevan inmersos desde 2011. Construyeron un edificio de seis plantas y 24 metros de fachada en pleno corazón de Cerdedo, entre la rectoral y el cruce de la playa fluvial. Ocupa un solar que ofrece una privilegiada vista del Seixo. Lo sabían y así se lo han recordado numerosos cerdedenses a los que les gustaba contemplarlo desde ahí. No han querido privarles de esas espectaculares vistas. Por eso, en el centro de la fachada posterior de la farmacia han habilitado un mirador, desde el que podrán contemplar el Seixo cómodamente sentados.

Es solo un detalle, que evidencia el cariño que esta familia le ha puesto al proyecto. Ha acometido una fuerte inversión que se muestran convencidos de que no recuperarán pero que creen que "este pueblo maravilloso se merece". Tienen la sensación de que lanueva farmacia "va a dar el mejor servicio en espacio, localización, nivel de existencias y equipo profesional y humano".

Abrió el 29 de octubre, fecha en la que el párroco Luis Caxide abrió con su bendición la inauguración de las nuevas dependencias de la botica, sita a escasa distancia de donde estaba radicada la anterior. Supuso un cambio sustancial.

Frente a los 80 metros cuadrados de aquella, esta dispone de 500 metros cuadrados de superficie dispuestos en dos plantas. La principal suma 260 metros, 200 de ellos de atención al público con una amplia zona de exposición de artículos de parafarmacia. En la trastienda, un robot de 9 metros facilita el servicio. También en esta planta han habilitado una zona de atención nocturna que no solo le ofrece protección antiatraco al farmacéutico que esté de guardia sino que, además, resguarda al cliente de la lluvia. Ya en la planta inferior, están las oficinas, el laboratorio, la zona de descanso y elaboración de productos, el almacén y la zonade soporte informático de la botica..

Esta convivirá con la de Quireza, de la que hizo cargo hace unos meses una de las hijas, Esther, asumiendo la titularidad y el reto de salvar esta pequeña botica del cierre. No pretenden competir. Solo ofrecerle "servicio" a los vecinos y que estos elijan.

Con emoción, Chus Gamallo explica que es su modo de darle continuidad al legado de su abuelo, Constantino Gamallo, y sus padres, Manuel Gamallo Simal y Esther Morales. Sus fotografías presiden la farmacia. Ocupan un lugar privilegiado en su despacho.

El fundador de la farmacia Gamallo de Cerdedo, Constantino Gamallo Soto, fue el primer boticario de la familia. Era, además, herrero y relojero. En un mismo mostrador ejercía de boticario y de relojero. Además, era el corresponsal cerdedense del periódico El Progreso y, según relató Calros Solla a FARO, un líder agrarista que supeditó su bienestar en beneficio de la justicia y del bien común de los cerdedenses. Su rectitud profesional y su cristianismo social le llevaría a padecer sanciones económicas e incluso prisión por defender a los labradores. Resistió contra viento y marea y mantuvo abierta la botica hasta su muerte.

Su hijo Manuel tomaría el testigo en septiembre de 1949 y, desde entonces, hasta 1984 estuvo "24 horas todos los días del año al servicio del pueblo. Nunca cerró", recuerda, emocionada, su hija. Le recuerda también trabajando de relojero y de farmacéutico, ayudado por su mujer. De él aprendió Chus "la vocación de servicio": "estar noche y día al servicio del pueblo, las 24 horas", como también haría su hija hasta 2015. "Mi padre era un profesional total", explica, "muy religioso, muy escrupuloso" -se lavaba las manos continuamente- que cuando "había un parto o una hemorragia" acompañaba al médico a caballo llevando medicamentos, el ajuar tocológico, anestesia, oxitocina o antihemorrágicos para asistir lo mejor posible a quien lo necesitaba. Su humanidad le llevaría también a proporcionarle medicamentos a personas cuyos escasos recursos sabía que le impedirían pagarle. "Tú dáselos igual", le decía a su hija Chus.

Esta y su familia sienten que los dos boticarios que les precedieron en Cerdedo estarían felices si viesen la farmacia Gamallo de hoy, la continuidad a su legado.