Tal día como hoy, pero en 1978, los españoles votaban en referéndum la Constitución Española, que entraría en vigor el 29 de diciembre de ese mismo año. La consulta popular dio un "sí" a la Carta Magna, con 15, 7 millones de votos, el 88% de los 17, 73 millones totales, pero poco más del 58% del censo electoral, que rebasaba los 26,6 millones de habitantes con derecho a votar. Poco más de 1,4 millones de electores (el 7,8% de los totales) se mostró en contra del documento.

La Constitución nacía con el ansia de ser la norma por antonomasia del ordenamiento jurídico español, y era el resultado del trabajo en consenso de los partidos políticos que habían sacado escaños en las elecciones de 1977, las primeras que se celebraban desde la llamada Segunda República en Guerra, justo 41 años atrás. .Ahora, también cuatro décadas después, y con cierta frecuencia, la Carta Magna suele ser la protagonista de debates políticos y sociales sobre si debe someterse o no a reforma para adecuarse a las demandas de los ciudadanos. ¿Atraviesa la Constitución la conocida como crisis de los 40? Seis vecinos de Deza, que también vinieron al mundo en 1978, nos muestran sus pareceres.

El abogado silledense Ignacio Maril es tajante a la hora de responder: "Ahora mismo, no hay ningún derecho que peligre con la Constitución, porque fue fruto de un consenso complejo. Es verdad que en estos 40 años se evolucionó mucho, pero en otros países tampoco se toca su constitución de forma periódica", sino que se modifican las leyes necesarias para ir adaptándolas a ese devenir social. Maril cree que el debate sobre la necesidad de cambiar la Constitución no está tan extendido en la sociedad como pudiera parecer a primera vista, y sobretodo a raíz de sus primeros 40 años en vigor. "En conjunto, hoy no hay una sensibilidad distinta al espíritu de consenso con que nació la Carta Magna. Eso sí, puede haber grupos más o menos ruidosos con el tema", añade.

El proceso anterior a la Constitución, así como su aprobación y los primeros años de entrada en vigor no fue un tema de conversación en la familia de Maril durante su infancia. Era una cuestión que se abordaba sobre todo en el colegio, y tampoco de forma exhaustiva. "Pasabas de la República y el Levantamiento del 36 a la Transición. El franquismo apenas se tocaba en la escuela, imagino que porque aún era una etapa reciente y muy sensible" en una década, los 80, en la que hubo que sobreponerse al golpe de estado del 23-F y a, quizá, la etapa más cruda de la actividad de ETA.

Miedo a una nueva dictadura

Con idénticas palabras se pronuncian sus cinco vecinos consultados. No era un tema del que se hablase abiertamente en el seno familiar, "pero ahora, con el paso del tiempo y con la percepción de adulto, ves cómo han cambiado las cosas", explica Nicolás Alvarellos, diseñador gráfico de Lalín. "En aquellos primeros años de democracia, aún quedaban miedos a una nueva dictadura, algo que ahora no existe. Nuestra generación ya nació en libertad, pasó de tener una o dos cadenas de televisión en blanco y negro a infinidad de medios para comunicarse", uno de los derechos que precisamente recoge la Constitución. Añade que "pienso que ahora mismo tenemos mucha más tolerancia, porque la gente es más abierta y consciente de que el libre pensamiento es algo a tener muy en cuenta". Nicolás Alvarellos apostilla que, realmente, es la gente nacida en la década de los 60 la que tiene mucho más bagaje que la generación del 78 para poder hablar de todo lo que ha supuesto la Carta Magna para el Estado, porque ha vivido también la etapa anterior. Es lo que opina, también, Katiuska Ramos, gerente del hotel Via Argentum, en Silleda. Sus recuerdos de la primera infancia van más atrás de la Constitución. "Escuchaba más a menudo cómo mis padres hablaban de los vales para conseguir comida", en referencia a las tarjetas de racionamiento durante el franquismo. Sus progenitores emigraron durante la dictadura a Caracas, donde nació ella y de donde regresaron a mediados de los 90, hace 20 años. A su vuelta a Silleda, "mis padres sí notaron mucho el cambio y la forma de pensar aquí en España".

Katiuska no es la única dezana nacida en la emigración. Ana Abollo, vecina de Dozón, vio la luz en Alemania, al igual que su hermano, y regresó con sus padres a tierras dezanas en 1979. Como quien dice, con la Constitución recién aprobada. Su padre había estado trabajando en el país germano durante diez años, y su madre, siete. "En casa nunca hablamos del proceso para diseñar y aprobar la Constitución, dado que mis padres no lo vivieron en primera persona, pero el cambio que vino después, y que todavía dura, es muy grande", apunta. Vivió su infancia en Dozón, "y la verdad es que hoy tenemos bastante más libertad que en aquellos primeros años de los 80. Hoy puedes hablar libremente de cualquier tema, y en los colegios, por poner un caso, ya no tienes aquel distanciamiento entre profesor y alumno, aquella costumbre de tratar de usted al docente. Quizá hoy estamos un tanto desfasados con tanta libertad, en algunas cuestiones". Las palabras de Ana Abollo son similares a las de María Gómez, que también es oriunda de Dozón pero que desde hace años reside en Lalín. Ella también es otra hija de la emigración. Igual que en el caso de Katiuska Ramos, sus padres decidieron marchar a Venezuela. Lo hicieron en 1980 y regresaron siete años después. "Nos vinimos por motivos familiares, y es evidente que al llegar, nos encontramos con que en Venezuela teníamos cosas de las que no podíamos disponer aquí en España". Pero, con el paso de los años, la aplicación de la Carta Magna fue convirtiendo en una realidad cuestiones como la libertad ideológica o el derecho a escoger la formación religiosa o moral que uno desea que reciban sus hijos en los centros educativos. "Ahora, con 40 años, veo que tenemos muchas más libertades de las que podía tener la sociedad de los años 80, y a lo mejor tampoco es bueno". Sí admite que quizá aún falta camino por recorrer en cuestiones como la diversidad sexual y la tolerancia hacia personas homosexuales, transexuales, bisexuales o interesexuales. En este sentido, el año pasado salió adelante una Ley de Igualdad LGTBI, impulsada por Unidos Podemos. Es, precisamente, lo que indica Maril: no se varía la Carta Magna, pero se promulgan y se modifican leyes para ir adaptándose a la sociedad

Útil para reestructurar el país

Quien sí recuerda alguna que otra conversación sobre la Constitución y su puesta en marcha es Alberto Civeira, otro cuarentañero nacido en Cubelos (Dozón). "Mi familia hablaba poco de este tema, pero todos pensamos, yo incluido, que este documento fue algo muy necesario y muy útil para darle una reestructuración a la sociedad española". Civeira estuvo vinculado años atrás de forma activa al PSOE de Dozón, así que una de sus pasiones es hablar de la política, y no precisamente solo en clave local. "En estos cuarenta años cambiamos mucho, los españoles en conjunto, y no queremos volver atrás, aunque no podemos dejar de arrastrar cuestiones de la Guerra Civil y de la Transición", avivadas ahora por polémicas como la exhumación de los restos de Franco del Valle de los Caídos. Compara cómo ha gestionado España el enfrentamiento del 36 con Alemania y el tremendo complejo que le ha dejado en herencia el nazismo. "Tenemos que mirar hacia el futuro y buscar siempre el consenso, como hizo el país germano, donde incluso los descendientes de Adolf Hitler se cambiaron de apellido para desvincularse de esa etapa de la historia". Añade que, igual que la Constitución nació para marcar una época nueva, distinta, de 40 años de dictadura, "tenemos que acabar de eliminar el franquismo. que seguro que tuvo cosas buenas, porque al fin y al cabo, hubo personajes buenos y malos en los dos bandos de la Guerra Civil", concluye este vecino.