A comienzos de año las estadísticas demográficas vienen dibujando para el Concello de A Estrada una peligrosa gráfica de descenso de población. Las últimas conocidas en este 2018 situaban el municipio con solo 700 habitantes por encima de la barrera de los 20.000 vecinos, la misma que aun lo preserva como municipio de primera categoría. Como recogió entonces FARO, los datos evidenciaron que un año el municipio estradense perdió casi 200 vecinos -191, exactamente-, al pasar de los 20.891 habitantes que totalizaba en 2016 a los 20.700 que le concede el último dato demográfico. Tan solo 13 de las 51 parroquias lograron plantar cara a esta sangría.

Los datos no permiten ser confiados. Si el municipio bajase de 20.000 habitantes, la pérdida de ingresos para el Concello sería inmediata. El asunto estuvo sobre la mesa en el pleno celebrado en la noche del jueves. Lo sacó el portavoz del grupo municipal del BNG, Xosé Magariños, que aludió a la posibilidad de que el último dato demográfico refleje una importante pérdida de población y se interesó por saber si el gobierno baraja una cifra actualizada. Preguntó también si el ejecutivo tiene en mente alguna campaña para ganar vecinos.

"La pérdida de habitantes de A Estrada va cuesta abajo y sin frenos lo que tiene, desde todos los puntos de vista, enormes repercusiones para el Concello, y ninguna de ellas será positiva", dijo ayer Magariños. La gráfica en la que se apoyó ayer el Bloque, basada en los datos de población cotejados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) dibuja, precisamente, una cuesta bastante vertiginosa. "Según el INE, en enero de 2017 A Estrada tenía 20.700 habitantes, y en el período 1998-2017 período 1.669, pero lo grave es que entre 2007 y 2017 perdió 1.208 habitantes, es decir, el 72% lo perdió en los últimos diez años", subrayó el Bloque.

El dato, recogido también en su día por FARO, puede ampliarse observando que en la década comprendida entre 2006 y 2016 el municipio estradense perdió 1.122 vecinos, pasando de los 22.013 ciudadanos que conformaban su censo en el primero de estos ejercicios a quedarse en 2016 en los 20.891, para bajarla en 2017 a los citados 20.700 estradenses. A lo largo de esta década, en función de los datos cotejados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en su Nomenclátor -recoge el padrón continuo por unidad poblacional- 50 de las 51 parroquias estradenses vieron mermado sensiblemente su censo. La única excepción se dio en la parroquia de San Paio de A Estrada, la misma en la que se integra el casco urbano estradense, también cabecera comarcal de Tabeirós-Terra de Montes.

"Que A Estrada pierda en 19 años el 8% de su población puede parecer poco", asumió ayer Xosé Magariños, antes de subrayar: "pero es como si desaparecen completamente concellos como Dozón o Fornelos de Montes, por poner solo dos ejemplos".

Al referirse a la posibilidad de que el municipio bajase de la significativa barrera de los 20.000 habitantes, el Bloque puso el acento en que una de las primeras repercusiones "será en los ingresos que recibe el Concello de distintas administraciones". Remarcó que A Estrada percibiría menos en la Participación en los Ingresos del Estado. "Según la Fegamp, los concellos de entre 20.001 y 50.000 habitantes, entre los que se encuentra A Estrada ahora mismo, percibieron 205 euros por habitante, mientras que los concellos de 5.001 a 20.000 percibieron 188 euros por ciudadano", explicó Magariños.

"Estos datos deberían encender todas las alarmas en el grupo municipal del PP", consideró el portavoz del Bloque. Achacó el descenso poblacional a la "inexistente política económica del gobierno municipal" y también a la "política económica suicida del PP en la Xunta de Galicia, especialmente en lo que respeta a los sectores productivos básicos". Pidió un golpe de timón para esta política.

El alcalde estradense, José López, compartió con Magariños la necesidad de tomar medidas ante la sangría demográfica, apuntando que, como media, en A Estrada se registran anualmente unas 300 defunciones frente a solo 150 nacimientos. Aunque no descartó la posibilidad de realizar alguna campaña de empadronamiento, abogó por otro tipo de políticas, como las que favorecen la conciliación de la vida familiar y laboral. Sin entrar a valorar cuál podría ser la apuesta más acertada, los datos son claros y demuestran que A Estrada tiene que plantearse seriamente la necesidad de hacer un esfuerzo para encarar decidida la cuesta arriba.