Aunque la incidencia que tuvo en Deza fue muy escasa, numerosos vecinos se despertaron de madrugada alertados por un ruido que no eran capaces de identificar. El terremoto de Monterroso, con epicentro en el también municipio lucense de Taboada, sacudió gran parte de Galicia y, por proximidad, también se percibió en los territorios que forman el norte provincial.

Curiosamente algunos vecinos de Lalín, Agolada o Rodeiro comentaban ayer que en casos les alertó más la réplica de las 5.31 horas - de magnitud 1,6- que la primera agitación de la tierra, cuando todavía no eran las dos y media de la madrugada. Si en un primer momento se había estimado que el seísmo era de intensidad 4,1 en la escala de Richter, finalmente el Instituto Geográfico Nacional lo situó en los 3,5 grados. El propio organismo estatal, en su relación de territorios en los que se sintió el terremoto, citaba el municipio de Agolada -el más cercano de la zona geográficamente al epicentro-, Lalín, Vila de Cruces, Rodeiro y el núcleo también rodeirense de A Bauica.

Los testimonios de los vecinos son semejantes y, si bien hubo muchos que se llevaron un buen susto, a no pocos el movimiento sísmico no fue capaz de despertarlos de su sueño. "Escuché como si se cerrase una puerta con fuerza y no le di importancia", comentaba un lalinense, que tras recibir un mensaje de un amigo acabó levantándose de la cama y se puso en estado de alerta. A primera hora de la mañana de ayer era el principal tema de conversación en las redes sociales y algunos dezanos recordaban el terremoto de 1997, también de madrugada, y el de mayor intensidad registrado en la comunidad autónoma. En la aldea agoladense de Berredo, varios vecinos despertaron "poco después de las dos de la madrugada" una sensación extraña. "Era como si anduviese alguien corriendo por la casa y, además, los perros ladraban mucho", señala una vecina de esta parroquia. En el núcleo urbano de Agolada y en los de Rodeiro o Lalín fue quizá donde más personas notaron el movimiento de la tierra. Los seísmos son, como apuntan algunos expertos, más frecuentes de lo que pueda parecer en Galicia, aunque en la mayor parte de los casos son de baja intensidad y pasan desapercibidos para los ciudadanos.