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Atención a las familias con menos recursos

Los roperos municipales mantienen el mismo nivel de usuarios pese a la mejoría económica

Las donaciones aumentaron en los últimos años -Lalín cuenta con una veintena de voluntarios para gestionar el servicio -Cruces dispone de lavandería y realiza una campaña de distribución al comienzo del curso escolar

Una voluntaria ordena la ropa en el Desván Municipal de Lalín. // Bernabé/Javier Lalín

Reducir la contaminación y alargar la vida útil de la ropa, calzado y muebles. Ésta es la política que prima no solo a la hora de reciclar sino también cuando se busca una sociedad más solidaria y justa. Por eso, desde hace años los municipios de Deza cuentan con roperos municipales que también admiten ropa de cama, menaje de cocina o incluso muebles. En los tres municipios más grandes se detecta un incremento de donaciones. "Todos los días recogemos ropa, y cada vez que hacemos un llamamiento, los vecinos se involucran mucho", explica la concejala de Benestar Social de Silleda, Pilar Peón. A día de hoy, a través del programa Silleda Solidaria se atienden a unas 60 familias. "El número varía, los usuarios van y vienen", explica Peón. Algo similar ocurre en Lalín, donde se mantienen las mismas familias usuarias que durante los peores momentos de la recesión económica. El Desván Municipal funciona desde hace más de una década y, a pesar de las donaciones continuas, "siempre hay necesidad de ropa de ropa infantil", apunta el concejal de Benestar Social, Nicolás González Casares. Este ropero abre los jueves tanto para dar respuesta a las familias con demandas como a los vecinos que quieren dejar ropa o calzado. Ahora mismo, cuenta con una veintena de personas voluntarias que se encargan de gestionar el almacén y los pedidos, y desde hace meses dispone de un contenedor en la calle, similar al que usa la ONG Humana, para facilitar que se puedan hacer donaciones en cualquier momento de la semana.

Por el momento, ni Silleda ni Lalín contemplan ampliar sus instalaciones. El Desván Municipal lalinense se trasladó en diciembre de 2016 a las antiguas viviendas de profesores del colegio Xesús Golmar, tras años funcionando en las casas del viejo Manuel Rivero. En Silleda, el ropero cuenta con una vecina voluntaria durante tres días a la semana, aunque se atienden trámites fuera de estas jornadas con un informe previo de la trabajadora social. En Trasdeza no se dispone de servicio de lavandería para la ropa donada, de modo que las prendas que no estén en buen estado para ser reutilizadas se envían a la mencionada Humana. En Vila de Cruces su ropero sí dispone de lavandería, gracias la buena voluntad de unos vecinos con un negocio de este tipo en Arzúa "y algunos particulares que también se encargan, motu propio, de lavar la ropa", explica la concejala Beatriz Iglesias que, como Casares y Peón, también coordina el área de Benestar Social. En el caso del municipio cruceño, la planta baja del centro médico sirve como ropero municipal, y está atendida por personal del concello, aunque cuando hay picos de donaciones sí se echa mano de voluntarios. A las entregas de los vecinos se suman, de forma periódica, las aportaciones de dos comercios locales. Al margen de la atención periódica a las familias que usan este servicio, al comienzo del curso escolar se activa una campaña especial para repartir a los usuarios prendas y calzado que puedan precisar los niños. Cruces no ha notado con la crisis un aumento notable de familias usuarias, sino que acuden vecinos que, por motivos de salud o a consecuencia de determinados tratamientos, o han perdido mucho peso o han engordado, y no se sienten cómodos como para acudir a un comercio. En los demás municipios, pueden hacerse entregas a Servicios Sociales.

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