La estampa de una familia con tres hijos o más es ya una rareza en la zona nororiental de la provincia, donde se enclavan las comarcas de Deza y Tabeirós-Montes. El relevo generacional corre un serio riesgo desde hace años, y queda en evidencia al analizar los datos que ofrece el IGE sobre el movimiento natural de la población. En este apartado se analizan los nacimientos y defunciones en un determinado periodo de tiempo. La diferencia entre unos y otras es el crecimiento vegetativo, que resulta positivo si hay más alumbramientos que defunciones y negativo si éstas son las que predominan.

Pues bien, en 2017 Deza contabilizó 544 defunciones frente a 249 nacimientos, lo que da un saldo vegetativo negativo de 295. No son cifras nada halagüeñas, pero consuela pensar que en 2016 dicho saldo era aún más exagerado, de -305. Esta leve mejoría tiene su explicación en que aumenta el número de nacimientos en Lalín (que pasan de 137 a 141) y Silleda (de 55 a 59). Dozón también aumenta dos (al pasar de 4 a 6 nuevos bebés). Pero, al igual que ocurre a escala comarcal, en cada municipio los óbitos son más del doble de partos. En Lalín, se registraron el año pasado 224 fallecimientos (en 2016 fueron 235), mientras que en Silleda hubo 101 (también por debajo de los 116 del año precedente) y en Dozón 13 (tuvo 20). En los otros tres municipios se da la tendencia contraria: caen los nacimientos o no tienen variación, y suben levemente los decesos. En Vila de Cruces el crecimiento vegetativo es de -74, al haber 24 nacimientos y 98 muertes. Este saldo sube en comparación a 2016, cuando era de -58, tras restarle a los 96 fallecimientos los 38 bebés. En Rodeiro, su saldo vegetativo sube de -40 a -53, que es el resultado de 64 óbitos y 11 alumbramientos. En 2016 hubo menos muertes, 54, y 14 nacimientos. Por último, en el municipio vecino de Agolada, el año pasado calca los datos de 2016: 8 niños y 44 decesos, de modo que su saldo vegetativo se queda en -36.

En el área de Tabeirós-Terra de Montes, la situación es idéntica, con más de dos difuntos por cada niño que viene al mundo: 324 frente a 160. Así es que su crecimiento es negativo, de -164.

Su cabecera comarcal, A Estrada, también mejora, y mucho, la situación en comparación con 2016. En ese año, el crecimiento vegetativo era negativo y el más exagerado de toda la zona, de -175 (con 287 muertes y 112 nacimientos). Pero en 2017, logra bajar el saldo a -112, al subir sus alumbramientos a 140, y caer los óbitos a 252. En el municipio vecino de Forcarei también se suaviza la diferencia, con 20 nacimientos (7 más que en 2016) y 72 muertes (dos menos), de manera que su saldo vegetativo es de -52, ocho puntos por debajo del que tenía hace dos años. Por último, el IGE ofrece datos de Cerdedo-Cotobade referidos sólo a 2017: su saldo es de -56, con 80 muertes y 20 nacimientos. Si tomamos los datos del municipio de Cerdedo antes de la fusión, en 2016, resulta que su saldo vegetativo era bastante de -10, con 13 muertes y sólo 3 nacimientos.

Es curioso, por otra parte, ver las cifras por géneros. De los 409 nacimientos en la zona, 220 son niños y 189 niñas. En los 868 óbitos, 446 son varones y 422 mujeres. Así que no es que las mujeres vivan más, simplemente son menos, en contra de lo que se piensa.