Remigio Antonio Torres Villaverde, el patriarca de la saga empresarial de los Torres, falleció ayer a los 84 años. Aunque caminaba con dificultad, nada hacía presagiar lo ocurrido hasta que hace una semana ingresó en el hospital por urgencias. Fue un achaque fatal. La noticia de su fallecimiento causó profunda consternación en A Estrada, donde él y su familia son muy queridos. La capilla ardiente está en el velatorio 2 del Tanatorio San Pelayo. Hoy a las17.30 horas se oficiará el funeral en la iglesia de Callobre y luego se inhumará en el cementerio de la parroquia. Así, se cumplirá su deseo de descansar para siempre en Callobre.

Aunque llevaba 14 años jubilado, los estradenses saben bien que Torres era el fundador de la empresa familiar de transportes y excavaciones que llevaba su nombre y que, tras su jubilación, daría origen a la actual empresa Areas Estrada, que ahora regentan sus hijas y sus yernos, Manuel Ríos y Jesús Rodríguez.

Quiso el destino que el fallecimiento de Torres coincidiese en una fecha muy señalada para toda su familia: coincidiendo con las fiestas de Callobre que tanto le gustaban y en el día en que su hija Sali solía celebrar una comida familiar en la que él se involucraba al máximo, estando pendiente de hasta el más mínimo detalle.

Así era él. Luchador, "festeiro", amigo de sus amigos -a los que invitaba a probar el vino que elaboraba en su bodega de Fernando Conde-y todo "un padrazo" para sus 5 hijas: Teresa, Carmela, Sali, Montse y Raquel. Un "hombre 10", según fuentes familires.

Nacido en Vila de Cruces, se volvió estradense al enamorarse de una vecina de Callobre: Carmen Nogueira Mato, con la que ha compartido toda una vida. Juntos emigraron a Venezuela. Allí nacería la mayor de sus hijas. A las otras cuatro las tendrían ya en A Estrada, donde Torres tuvo un taxi. Luego fundaría Transportes y Excavaciones Remigio Torres Villaverde, empresa en la que llegaría a trabajar toda la familia. Tras casarse sus hijas mayores, se incorporarían a la firma sus yernos. Cuando su hija Sali también quiso hacerlo, Torres le ayudó a ser pionera como palista en una profesión hasta entonces reservada para hombres. Por eso, ayer, Sali -al igual que su madre, sus cuatro hermanas, los cuatro nietos de sangre y el quinto de alma del fallecido- no hallaban consuelo. La gran afluencia al velatorio les demostró que era "muy querido". A ello contribuyó su humanidad. Hay quien recuerda que le ayudó, adelantándole material para una obra cuando iba justo de fondos. Le gustaba el contacto con la gente y también su trabajo. Por eso, cuando se jubiló le costó acostumbrarse y hasta barajó , como él decía, "desjubilarse".