Orlando es un señor afable al que da gusto escuchar. Bromea con que, si se pone, daría conversación para escribir un libro. Es inevitable culpar al reloj de no disponer de más tiempo para quedarse a compartir muchos más recuerdos de un tiempo que su buena memoria preserva intactos. Sostiene entre sus manos el cartel de la fiesta con la que los transportistas de A Estrada honrarán hoy a San Cristóbal, el patrón de todos los conductores. Orlando viaja en el tiempo y recuerda cómo comenzó todo. Él, junto a un pequeño grupo de profesionales del volante, se encargó de engrandecer este tributo con la aportación de una talla del santo que cumple 60 años.

Orlando Torres Coto supo lo que es ganarse la vida al volante. Ejerció como taxista y, consciente de la importancia de contar con un buen copiloto cuando uno se pasa el día en la carretera, acudía junto a sus compañeros cada 10 de julio a honrar a San Cristóbal, agradeciendo su protección. Recuerda que la imagen que se utilizaba para esta celebración era prestada. Se iba a buscar a otros lugares y se devolvía cuando la fiesta terminaba. Sin embargo, el empeño de un pequeño grupo de gente ligada al mundo del transporte -Aurelio Bermejo, Alfredo Paramá, Eusebio Carballo, José Brea Mata y él mismo- consiguió que A Estrada celebrase el día del patrón de los conductores con una talla propia.

Les costó 14.500 de las antiguas pesetas, una pequeña fortuna de la época. Corría el año 1958 y decidieron encargar la imagen en Santiago. San Cristóbal llegó a la parroquia de San Paio de A Estrada en caravana. Los transportistas le salieron al encuentro cuando traían su talla desde Compostela. Lo esperaron en Toedo y lo acompañaron en comitiva hasta la villa. "Aquel dinero costó trabajo pagarlo", rememora Orlando. La comisión organizadora recabó fondos pidiendo ayuda a los vecinos y también aportaron lo posible de su bolsillo para que San Cristóbal tuviese su lugar en la iglesia estradense.

Desde aquel mes de julio de 1958 la talla salía en procesión por las calles de la villa como lo hará esta tarde. Los transportistas en particular y vecinos en general se volcaban con la celebración, si bien esta pasó unos años un tanto desinflada, al menos con su empuje inicial. Sería en 2010 cuando otro grupo de transportistas locales apostase por recuperar la fiesta de su patrón, volviendo a hacer que todos los años los cláxones suenen en la capital estradense para celebrar el San Cristóbal.

Aunque la vida guió sus pasos hacia la panadería -actividad artesanal a la que dedicó más de medio siglo-, Orlando Torres siguió participando en la celebración del San Cristóbal como lo hacía cuando se ganaba el pan en el taxi. Las circunstancias de cada uno llevan a emprender muchos caminos diferentes, en lo personal y en lo profesional. Orlando lo sabe, por eso cada 10 de julio siempre quiso pedir a San Cristóbal que, dado que la senda nunca está libre de dificultades, viaje siempre a su lado.