"Si hubiese más curas como Mocho, igual sí". Así de contundente fue la respuesta que el presentador Pablo García "Chichas" le dio ayer al arcipreste de Vea, José Antonio Ortigueira, cuando este bromeó preguntándole si conocía al párroco Ramón Campos Suárez "Moncho" de ir a misa todos los domingos. El espontáneo, entusiasta y largo aplauso dado a García por buena parte de los más de 420 fieles asistentes al homenaje brindado ayer por Santa Cristina de Vea, Cora, Aguións, Santeles, Paradela y Barbude a su párroco con motivo de sus bodas de oro sacerdotales dejó claro que los vecinos saben que tienen un cura excepcional.

Así fue también la jornada. Tras la misa oficiada por el vicario José Antonio Seoane Ares en el palco del campo de la fiesta de Cora, los asistentes degustaron empanada, pulpo, "carne ó caldeiro" y dos tartas. Seoane había equiparado a Moncho con San Juan Bautista porque también, "como él, señaló al Señor" . Los coros de Santa Cristina de Vea, Aguións y Paradela solemnizaron al unísono la celebración.

Fue uno de tantos detalles con los que los f quisieron homenajear a su párroco, al que también acompañaron -además del vicario y del arcipreste- los sacerdotes del rural estradense Jesús Mayo Brenlla, José Antonio González Vázquez, José Luis Blanco García, José Berríos y Rubén Diéguez Gutiérrez; así como el párroco de Cuntis y de Portela, su parroquia natal, Juan Carlos Martínez Mariño. También el alcalde José López; los ediles populares Alberto Blanco, Anxos Pais y Carmucha Durán; y las portavoces de PSOE y Móvete, Belén Louzao y Mar Blanco, asistieron. Y el del BNG, Xosé Magariños, iba a hacerlo y no pudo a última hora.

"Grazas, Moncho, por estes 50 anos", rezaban sendas pantallasobre una foto del homenajeado, cuya vida se repasó con imágenes en la sobremesa antes de que García esbozase su perfil con la ayuda de testimonios vecinales y del propio párroco.

García rompió el hielo recordando la excursión del instituto en la que Moncho capitaneó la ascensión a la torre más alta de La Sagrada Familia. Luego repasó su infancia: cómo Moncho y sus amigos pescaban truchas con las manos, saboreaban frutas de árboles ajenos o jugaban al fútbol.En el seminario sería lateral, nunca dejó de hablar gallego y fue campeón de ajedrez, damas, cartas, pulga y ping pong. Solo le faltó el parchís.

También afloraron sus tres pasiones -las cartas, la playa y los viajes- con anécdotas contadas en primera persona por sus amigos. La madre de un monaguillo relató que le pagó parte de las gafas a su hijo porque las rompió "en acto de servicio": de camino a la novena. Conscientes de que le apasiona viajar, además de una placa conmemorativa, sus feligreses le regalaron el valor de lo recaudado en bonos para hoteles. Así podrá seguir viajando mientras sigue compartiendo con ellos su vida.