Un plan para erradicar especies invasoras y proteger la ribera del Ulla. Es la petición planteada ayer por Movemento Veciñal Estradense (Móvete), que denunció públicamente la invasión que protagonizan falsas acacias a falta -señala- de la pertinente actuación para su control. La formación que encabeza la edil Mar Blanco Casais se hace eco de las quejas trasladadas también por vecinos del propio entorno del Ulla a su paso por el término municipal estradense.

Móvete subraya que esta especie vegetal exótica "altera las condiciones físicas y biológicas del terreno al desplazar la vegetación autóctona. Estima este grupo que de no actuar en este espacio natural incluido en la Red Natural 2000 "en poco tiempo el entorno del Ulla se convertirá en un bosque que dificultará el acceso de los pescadores al río, al cultivo de los terrenos próximos al cauce fluvial", además de afectar negativamente "al turismo y al paisaje de todo este ámbito".

Móvete coincidió con las explicaciones que ofrecen fuentes vecinales consultadas por esta Redacción en recordar que en el verano de 2015 la Xunta anunció el inicio de la eliminación de especies vegetales exóticas -la falsa acacia, la mimosa, la caña y el bambú, citó este grupo- y en el marco de este proceso se cortaron un buen número de falsas acacias. Precisan que estos árboles tendrían entre 60 y 70 años de edad. Los vecinos destacan que ya existía un equilibrio en este entorno pero, tras cortar estos árboles, el problema llegó por la falta de una actuación constante sobre las raíces. "No actuaron sobre la raíces ni ejecutaron la fase siguiente de actuación que en su día anunciaba la administración autonómica, consistente en proceder a la plantación de especies comunes de la ribera para proceder a sustituir los ejemplares eliminados". "El resultado fue nefasto", resume Movemento Veciñal Estradense. Seguidamente, aclara que las viajes raíces de los árboles cortados, al no tener que alimentar al tranco y a las ramas, dieron lugar a muchos nuevos ejemplares de falsas acacias.

Fuentes vecinales subrayaron ayer que el año pasado no se realizó actuación alguna para contrarrestar los efectos de la corta de estos ejemplares en la ribera del Ulla, de tal manera que los nuevos ejemplares nacidos cumplen ahora dos años Inciden en que este tipo de árboles, aunque tienen un crecimiento relativamente lento en cuanto a alcanzar un aspecto más o menos frondoso, son muy rápidos en su fase inicial, de tal manera que en tres años -aseguran- pueden alcanzar los "seis o siete metros". Las mismas fuentes del entorno el Ulla precisan que los hijos de los árboles cortados llegan con un año a los tres metros. Recalcan asimismo que son ejemplares que pinchan y que, por tanto, por donde están creciendo "no se puede andar", de manera que dificultan el acceso al cauce fluvial.

"El entorno de O Areal, al igual que toda la ribera del Ulla, está sufriendo las consecuencias de la mala actuación por parte de la Xunta, que no llevó a cabo las actuaciones oportunas para debilitar las raíces de las especies invasoras y que cada vez brotan con más fuerza", denuncia Móvete. Esta fuerza política insta a programar un plan de actuación para proteger la ribera del Ulla "antes de que sea impracticable el acceso al río".

Los vecinos subrayan que estos nuevos brotes exigen una atención constante para debilitarlas, estimando que no resultaría efectivo el uso de soluciones químicas o una corta anual. Recalcan que debilitar las raíces exige perseverancia y subrayan que en 2018 no se efectuaron actuaciones para contrarrestar este crecimiento.

En otro orden de cosas, Móvete se hizo también eco de la reivindicación llegada desde el área recreativa de O Areal (Berres) para que se instale un contenedor verde, "ya que el actual está inservible". Apuntan que se solicitó este elemento "hasta en tres ocasiones" y reclaman que se efectúe una recogida semanal.