Es santiagués pero, deportivamente hablando, estradense. A sus 40 años, José Antonio Villanueva lleva la mitad de su vida deportiva vinculado a A Estrada. Hijo de un estradense de nacimiento cuya familia era originaria de Moalde (Silleda) -donde veraneaba cada año- Villanueva corrió en el Club Ciclista Estradense al lado del célebre Álex Marque y ya nunca dejó de estar vinculado a A Estrada. Ahora, pedalea cada fin de semana con Bikestrada. Con los ciclistas locales se entrena hacia Forcarei, Soutelo de Montes, Beariz, Silleda, Portonovo, Moraña, Cuntis, Sanxenxo... Se siente de A Estrada. Esa es la procedencia que explicita cada vez que compite. Y así lo hizo el fin de semana en La Classicissima, la célebre carrera Milán-San Remo.

Es parte del reto personal que asumió en 2014: participar en las cinco pruebas internacionales conocidas como "monumentos" por su historia y su dificultad así como por tener una distancia superior a los 200 kilómetros. En ese primer año afrontó la París-Roubaix. Al año siguiente se atrevió con el Tour de Flandes y en 2016, la Bastogne-Liege. Tras un año en blanco, dado el nacimiento de su hijo pequeño, este año retomó el reto y acaba de correr en la carrera Milán-San Remo. Fue "una locura". Como preveía, "se va rapidísimo". De hecho, los primeros 120 kilómetros los hicieron en prácticamente 3 horas, a una media de 40 kilómetros por hora. Justo a esa distancia subieron el Turchino, con niebla y algo de lluvia. Ahí tuvo el momento de crisis que suele surgir en este tipo de pruebas. El pelotón accedía así del interior a la zona mediterránea de Italia, pasando de 29 grados y el sol de Milán a los 20 grados y las nubes de Liguria. Apenas tuvo tiempo de ver el paisaje pero lo poco que vio de la costa italiana le pareció "espectacular". Los últimos 150 kilómetros discurrieron por zonas de acantilados y pueblecitos turísticos. Afrontó los últimos 50 kilómetros, con subidas al Capi, Cipressa y Poggio "mejor de lo que esperaba" y "sin casi dificultad". Llegó a San Remo en 9 horas. Se lleva una experiencia increíble pero que no piensa repetir porque hay "mucha velocidad, locura y, por tanto, riesgo".

A las pocas horas emprendió una nueva carrera. En este caso, para llegar a casa, donde su hija de 6 años se llevó "regulín" que su padre no durmiese este fin de semana en casa. Seguirá entrenando. Este año desde enero bajó 7 kilos. Para cumplir su reto, ahora solo le falta el Giro de Lombardía, la Clásica de las Hojas Muertas.