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Savia nueva de una saga de boticarios en Quireza

Hija, nieta y bisnieta de farmacéuticos, Esther Charro Gamallo asume la titularidad y el reto de salvar la farmacia del cierre

Esther Charro Gamallo, la nueva boticaria de Quireza desde esta semana. // Bernabé / Juan Carlos Asorey

La sangría poblacional del rural gallego amenaza sus servicios y esto, a su vez, impide fijar población. Es la pescadilla que se muerde la cola. Quireza no es una excepción. Cuando en 1992 la actual boticaria de Cerdedo, Chus Gamallo Morales, abrió la farmacia de Quireza, esta era una parroquia con mucha vida que rivalizaba con Cerdedo en diversos aspectos. Veintiséis años después, la farmacia cuya titularidad dejó en manos de su hermana Esther en 1996 para asumir la de la botica de Cerdedo -tras el fallecimiento del padre de ambas, Manuel Gamallo Simal, hijo del boticario original de Cerdedo, Constantino Gamallo Soto- el negocio es deficitario, como buena parte de las farmacias rurales gallegas. Realmente, es una de las más pequeñas de la provincia y solo ha podido evitar su cierre la llegada de savia nueva de la saga Charro Gamallo.

Hija, nieta y bisnieta de boticarios y curtida desde niña en las farmacias de sus padres en Vigo y Cerdedo, Esther Charro Gamallo asumió esta semana la titularidad del establecimiento de Quireza tras la reciente jubilación a los 70 años de su tía Esther, que lo regentó durante 22. Este relevo hace que esta pequeña botica vaya a ser regentada por sangre de la estirpe que regenta una de las farmacias que más vende de toda la provincia: la de su padre, Luis Charro Temes, en el barrio Calvario de Vigo. En ella trabajó Esther hasta ahora y siguen haciéndolo sus hermanas.

La nueva boticaria asume el reto de salvar del cierre la farmacia de Quireza. Sabe que la clave para lograrlo es fidelizar ofreciendo lo mismo que en Vigo y en Cerdedo, "al mismo precio pero mucho más cerca". Confía que el pequeño stock que puede tener una farmacia de pueblo no le impida hacerlo. No puede acumular todo tipo de medicamentos porque su caducidad terminaría minando la viabilidad económica de este negocio sanitario y le abocaría al cierre. Con mucho pragmatismo y muchas horas de experiencia como farmacéutica a sus espaldas, se propone tener siempre los medicamentos que sabe que tendrán salida -en función de las dolencias que padezcan quienes los adquieran- y, además, ofrecerle a todos los usuarios la posibilidad de encargarle en persona o por teléfono medicamentos o productos de parafarmacia -como, por ejemplo, cremas o pañales- para tenerlos a su disposición en Quireza cuando acuerden.

Promete dejarse la piel en el empeño de buscarles lo que necesitan. Con ilusión, se propone recuperar clientes perdidos de Quireza... aunque sabe que competirá contra la botica de su madre, en Cerdedo, actualmente inmersa en un ambicioso proceso de renovación que incluye su traslado a un local nuevo, mucho más moderno.

Pero la nueva boticaria de Quireza se muestra muy ilusionada. Comparte la filosofía de la saga familiar: prestar un servicio sanitario de interés público de calidad "al mejor precio posible". Se suma así al esfuerzo que también hacen a diario las farmacias de Cerdedo, Forcarei y Soutelo. En una zona que acusa envejecimiento y pérdida poblacional dedican su vida a seguir ofreciéndoles a sus clientes de siempre los medicamentos y el asesoramiento complementario que necesitan.

De casta le viene al galgo. Esther Charro Gamallo es una de las seis hijas farmacéuticas de los boticarios Luis Charro y Chus Gamallo, titulares de las centenarias farmacias de O Calvario en Vigo y de Cerdedo. Como sus padres -que aprendieron el saber hacer y la meticulosidad en el oficio de boticarios de sus progenitores- también ellas han aprendido desde su más tierna infancia el valor de la dedicación plena que exige una farmacia. En sus trastiendas de Vigo o Cerdedo han compartido con sus padres horas y más horas de guardias nocturnas, reposición y preparación de pedidos. El premio para ellas era quedarse con sus progenitores en la farmacia, compartir la guardia nocturna y, al día siguiente, levantarse e ir al colegio.

Aquellas niñas que jugaban a recomendar antigripal a las muñecas, a envolver medicamentos o a dar las vueltas a sus hermanas -convertidas en fingidos clientes- son hoy mujeres jóvenes plenamente conscientes de que, tal y como sus padres les han inculcado, su profesión, "más que un trabajo" es "una manera de vivir", una "filosofía de vida", "un negocio sanitario al que dedicas tu vida".

Precisamente en aras de la complicidad que une a la familia y con la intención de proporcionarles un medio de vida en el que sus seis hijas boticarias puedan crecer profesionalmente, Luis Charro impulsó en los últimos años la "dulce locura" de efectuar una reforma integral del edificio de Calvario en el que la Farmacia Charro ha atendido a generaciones y generaciones de vigueses. Así, tras una ambiciosa reforma de tres plantas del inmueble en favor de la vocación de servicio que guía a la saga familiar, la emblemática botica amplió instalaciones y servicios. En su nueva etapa apostódpor los gabinetes de atención personalizada y el laboratorio como complemento a la farmacia tradicional y la parafarmacia. Esther proyecta encargarle las cuestiones de fórmula que necesiten los usuarios al laboratorio vigués, con el que ya ha rubricado un convenio de fórmulas a terceros. En su apuesta por mantener abierta la pequeña farmacia de Quireza -a la que ya le ha "lavado la cara", reorganizando los productos como en Vigo para modernizarla y dar más sensación de amplitud- solo espera contar con la complicidad de la gente.

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