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Una vida junto al 'batelume'

Los bomberos forestales del Distrito XVI despiden, junto a antiguos brigadistas y cargos, a José Vázquez y Encarna Villanueva

José Vázquez y Encarnación Villanueva, de pie, durante la comida de despedida. // Bernabé/Javier Lalín

José Vázquez Fernández y Encarnación Villanueva Canda comenzaron a trabajar en los servicios de extinción de incendios destinados a las comarcas de Deza y Tabeirós-Montes a principios de los años 90. Él era brigadista, y ella se encargaba de la vigilancia, primero en la caseta en el monte San Sebastián y, ya en los último tiempos, en el Candán. Los comienzos fueron duros, con turnos que en principio duraban ocho horas pero que, en casos de urgencia, podían prolongarse hasta las 17 o incluso las 20. En el caso de Encarna, los turnos sí se mantenían en esas ocho horas, pero en un trabajo que puede recordar al de los vigilantes de los faros, por la soledad que conllevan. Con la mejora del servicio, los turnos de los brigadistas son ahora, como máximo, de 12 horas. Es el tiempo suficiente para que en las brigadas se cree un vínculo tan fuerte que los compañeros pasan a considerarse una segunda familia, por el tiempo que transcurre codo con codo luchando contra el fuego, en alerta por cualquier incidente que pueda surgir o, también, por el tiempo de ocio que se comparte una vez fuera del turno de trabajo.

Esto explica por qué ayer José y Encarna presidieron una enorme mesa familiar, con 70 comensales, en el restaurante Casa Pablo, de A Goleta. Entre ellos estaban compañeros actuales, pero también antiguos trabajadores del distrito XVI, amén de técnicos y antiguos cargos. La velada se prolongó hasta casi el anochecer, gracias a las numerosas anécdotas que se rescataron del recuerdo en estos más de 25 años al servicio de la sociedad y, sobre todo, del entorno natural. Entre risas e instantes de nostalgia, hubo tiempo para la entrega de regalos, con dos versiones. La opción simpática fueron sendos muñecos que representaban a los dos compañeros en su respectivo lugar de trabajo, vestidos con el traje de faena y con todos los complementos necesarios en su lucha contra el fuego. La versión más seria fue un reloj para cada uno.

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