Disfrazarse para celebrar la fiesta del Samaín, o el Halloween, se está convitiendo en una tradición en la comarca dezana que cada vez cuenta con más seguidores. Los jóvenes de ambos sexos son mayoría en este festejo importado de los Estados Unidos que sin hacer demasiado ruído ha dejado de convertirse en algo extraño cada víspera de difuntos. Abrazar la cultura gore es algo en lo que coinciden la mayoría de los participantes en el macabro y festivo evento. Los disfraces de vampiros y de zombies se llevan la palma entre los chicos que no quieren desentontar en el Samaín-Halloween, tal y como recordaban ayer desde la juguetería Don Dino de Lalín. En este céntrico establecimiento lalinense también reconocen que a los mayores les cuesta más vestirse de ultratumba, aunque cada vez son más los que emulan a sus propios hijos con la llegada de la noche festiva.
Si nos atenemos al sexo, las chicas optaron en su gran mayoría por vestirse de brujas para el Samaín-Halloween, mientras que los chicos prefirieron sumarse a la legión encabezada por el Conde Drácula para asustar a todo aquel que intente aguarles la fiesta. Y todo ello por un precio muy módico, según subrayan en Don Dino, puesto que la vestimenta más cara ronda un precio de 17 euros. También se pueden encontrar disfraces apropiados para el festejo por 9 o 12 euros tanto para hombres como para mujeres. Unos y otras también coinciden en hacerse con accesorios para completar sus respectivos atuendos. "Son muchos los que vienen a comprar parte de un disfraz y lo completan a su manera en casa", señalaron desde esta juguetería. Es habitual hacerse con una barra de maquillaje por el módico precio de un euro para transformar la cara, y completarlo con los inevitables toques de sangre, que también se suelen vender muy bien con motivo de la mítica noche. El resto lo hace la imaginación que cada uno quiera ponerle a un atuendo que pretende reirse de lo macabro poniéndole una pizca de gracia. Desde luego, la parada de muertos vivientes que recorrerá la comarca no dejará a nadie indiferente en una festividad para morirse, pero de risa.