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¡Que te den calabazas!

Vecinos de Goiás recogen en una finca de un ferrado sobre 200 hortalizas y otro de Borraxeiros consigue piezas de casi 100 kilos

Alba ante algunas de las cerca de 200 calabazas de una finca de Casas Novas (Goiás). // Bernabé/Javier Lalín

Las hay comestibles, aprovechadas para la elaboración de sopas y cremas o postres, y las de menor calidad se emplean para alimentación animal. Al margen de su varidad o color, de las calabazas que se pueden lo que muchas veces más llama la atención es su gran tamaño. También ver como la tierra es capaz de ofercer grandes producciones que llaman la atención a vecinos curiosos.

Estos son los casos de dos fincas dezanas. Una familia de la parroquia lalinense de Goiás probó por primera vez este año a cultivar calabazas en una propiedad de un ferrado de terreno de los dos que tiene la finca del lugar de Casas Novas. Ofelia, de la conocida en la aldea como casa de Benedicto comenta que después de que el año pasado sembrasen maíz en este terreno, ahora decidieron probar con las calabazas para dárselas como alimento a los tres cerdos que crían para sacrificar a principios de diciembre. "No sé, pero en la finca debe haber más de 200, porque llevamos dándole una o una y media cada día a los cerdos desde septiembre y, ¡mira las que quedan!", comenta Ofelia mientras su hija Alba pasea entre la multitud de estos vegetales. El cultivo de la calabaza se está imponiendo al de la remolacha en la alimentación animal, según esta lalinense, porque su textura es más blanda y apetente para los animales. Vecinos de A Estrada y Lalín se pararon en su finca para pedirle que les vendiese una pieza, que les regaló como objeto decorativo.

Otras que llaman la atención son la que germinaron en una finca del lugar de O Outeiro, en la parroquia agoladense de Borraxeiros. Julio Rozas, su propietario, dice que la clave es disponer de una finca soleada, además de la calidad de las semillas "de la de Mato de Lalín". Las dos calabazas que más llaman la atención pesan entre 90 y 95 kilos, con un diámetro de 1,70 y 1,80 metros. Julio está dispuesto a venderlas al ser comestibles y espera que algún interesado le pueda ofrecer entre 40 o 50 euros por cada una. La finca está al lado de la iglesia de Borraxeiros.

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