En medio de una jornada negra, no todo fueron malas noticias. El silledense Javier Muiños, que en la noche del domingo ya daba por perdidos los cerdos de sus ochogranjas de Cornoa (Siador) mostraba su felicidad ayer a las puertas de la explotación ganadera al ver como el fuego había rodeado las infraestructuras sin afectar lo más mínimo a las naves ni a su preciado contenido. "Un auténtico milagro", reconocía el propio Muiños, exhausto tras una noche de mucha tensión y, sobre todo, mucho trabajo.

El fuego había arrasado con todo aquello que se interponía a su paso. Las granjas de este silledense se vieron completamente rodeadas por las llamas, por eso no quedaba más remedio que pensar que habían sido engullidas por las llamas como le ocurrió a la granja de al lado, propiedad de la cooperativa agolense Avega, y que calcinó totalmente con alrededor de 10.000 gallinas en su interior. Pero este "milagro", no se había hecho realidad sin las necesarias tareas de prevención que había realizado en los meses previos Muiños. Sin duda estos trabajos tuvieron mucho que ver en que las naves y los animales que había dentro salieran indemnes de la situación.

Pero antes de que llegara la mañana y la felicidad de que se hubiese salvado un medio de vida, la jornada estuvo teñida por la angustia. Muiños avistó el incendio en torno a las 17.00 horas del domingo. Desde las mismas granjas pudo comprobar que el fuego era en Cortegada, la parroquia contigua, por lo que decidió marcharse. Sobre las 18.00 horas comenzó a recibir llamadas de que las llamas se acercaban peligrosamente a las explotaciones ganaderas. Por esa misma razón decidió subir hasta su propiedad para intentar evitar que el incendio llegase a las granjas. Alrededor de seis personas trabajaron en el lugar para combatir las llamas, pero el intenso humo les obligó a escapar, "éramos incapaces de respirar", explicaba Muiños. No les quedó otro remedio que abandonar el lugar por una finca, puesto que el único camino de regreso estaba colapsado por las llamas.

Después de dejar atrás el estas ocho granjas con 2.500 cerdos, se dirigió a Penadagra donde otra explotación de su propiedad con cinco naves y más de 4.000 cerdos estaba siendo amenazada también por el fuego. "Como ya dábamos por perdida las ocho, fuimos a defender las otras cinco que quedaban", explica el silledense. Afortunadamente con ayuda de los servicios de extinción y con cuatro cisternas de agua de vecinos y amigos lograron proteger las naves y todos los animales que había dentro.

40 cabras

Pasadas las 2 de la madrugada, cuando la situación ya estaba controlada en Penadagra, Muiños consiguió subir de nuevo a Cornoa para ver el resultado del paso del fuego. El propietario de la explotación sabía que a lo mejor las llamas no alcanzaban las naves porque había limpiado y desbrozado toda el perímetro para evitar justamente eso. Además de ello, tiene más de 40 cabras que le ayudan a mantener la finca, de unas seis hectáreas limpia. Pero que no alcanzara el incendio a las naves no quería decir que el intenso humo no matara a los animales que quedaron allí. La sorpresa fue cuando los encontró a todos vivos. A los cerdos, a las cabras e incluso a un perro que también se había quedado dentro. No daba crédito. Solo un cerdo apareció muerto, pero por enfermedad.

Otra de las acciones que pudo salvar a los animales fue dejarles las ventanas de las naves abiertas. "Dudé en si cerrarlas para que no entrara humo, pero al final las dejé por si entraba así más oxígeno", indica Muiños. Por la mañana, después que el silledense certificara que no había ningún daño, sus padres y su hermana se acercaron hasta la granja para comprobar que lo ocurrido era cierto, así como también algunos vecinos y la alcaldesa en funciones, Ana Luisa González. Con lágrimas en los ojos por ver peligrar su sustento de vida, la madre de Javier Muiños se fundió en un abrazo con su hijo, que de alguna manera, liberó la tensión contenida durante toda la noche.