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Coro Mejuto González: "Es una experiencia que te hace ser consciente de lo que realmente tienes"

"Resulta difícil entender que pasas sufrimiento, pero también está muy recompensado"

Coro Mejuto González, ayer en Lalín. // Bernabé/Javier Lalín

Hace ya ocho años que Coro Mejuto y su familia participan en el programa de acogida familiar de Cruz Roja, en Vila de Cruces. En este tiempo, han incorporado a su familia a 4 menores, tras pasar un proceso de selección en el que la entidad valora si es una familia adecuada para la ayuda. Ahora se encuentra en un periodo de descanso, que siempre se realiza tras la acogida, pero no duda en que en cuanto vuelvan a llamarla, volverá a abrir las puertas de su casa para ofrecer su protección a alguien que la necesita. Mañana a las 11.30 horas se celebrará en el auditorio de Silleda un encuentro entre familias de acogida de toda Galicia.

-¿Por qué decidió participar en el programa de acogida?

-Fue idea de mis hijas cuando estaban en el Colegio La Salle, en Santiago, hicieron una charla de familias de acogida y una de ellas me trajo unos folletos. Fue en el 2009, yo mandé los papeles pensando que no iba a salir pero nos llamaron y decidimos probar, nos gustó como estaba organizado.

-¿Cómo fue el proceso de selección?

-Te hacen entrevistas, una psicóloga habló con las niñas, también vamos a unos cursos, 3 ó 4 días a unas charlas en Pontevedra donde te explican qué te puedes encontrar. Son temas muy desconocidos por lo que se necesita bastante información. Entre una cosa y otra fueron como 2 meses hasta que nos dijeron que dábamos el perfil. Tú decides qué edades quieres, nosotros solicitamos de 3 a 10 años. A los 6 meses nos llamaron para acoger a una niña de 8 años y decidimos probar.

-Cuénteme la primera experiencia.

-Estuvimos con ella 4 años y la verdad es que fue muy duro. La adolescencia de esa niña fue terrible. Su madre era de fuera y la trajo aquí, pero no vivía con ella. No tenía hábitos, ni costumbres, en el colegio iba mal... Pero mis hijas la ayudaron y consiguió sacar curso por año hasta ahora que está en bachiller. Seguimos en contacto con ella, ahora vive en el País Vasco y le va mejor. Hasta los 13 estuvo con nosotros y también les llama abuelos, tíos... Tú los consideras tus hijos, así que es muy duro despedirse, y es algo que nadie llega a entender el sufrimiento que pasas, lo recompensado que es. Tenemos la suerte de tener contacto con los nuestros, pero no es algo que pase siempre.

-¿Qué han aprendido prestando esta ayuda?

-Eres más consciente de lo que tienes, si la adolescencia ya es dura por norma general, imagínate la de estos niños que vienen con una mochila y media. Uno se hace más bueno, sabes escuchar, mis hijas cambiaron totalmente, con 15 años ya se dieron cuenta de lo afortunadas que eran.

-¿Cuál ha sido su acogida más reciente?

-El 30 de marzo se marchó el último que tuvimos. Vino con un mes y se fue con 1 año y 8 meses, así que ya puedes imaginarte... Es muy reciente y da mucha pena, pero ahora está muy bien, que es lo importante.

-Imagino que cada experiencia es única...

-Todas son distintas, pero a la vez todas muy buenas. Puedes ver situaciones que crees que no pasan cerca de ti y en realidad están al lado, una manera de concienciarse de lo que también es la sociedad.

-¿Cuál es el perfil que hay que tener para colaborar como familia?

-Lo que más buscan es que haya un núcleo familiar estable, un hogar, que sepas dar lo que los niños necesitan. También valoran la casa donde vives y la Cruz Roja hace un seguimiento siempre. Nosotros como familia estamos muy contentos con la organización, siempre están disponibles si hay algún problema con los niños y dispuestos a aconsejar.

-¿Se recibe algún tipo de ayuda económica?

-Sí, una mínima. Depende de la edad, situación y otros factores del niño. Nos dan una compensación económica mensual, pero no es algo que hagas por dinero. Decidimos hacerlo para colaborar porque teníamos disponibilidad, igual que otros lo pueden hacer con una ONG.

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