Decenas de fieles desafiaron ayer a la tormenta y se desplazaron a la iglesia de Bermés para participar en la misa de segundo aniversario del Clamor, una tradición que esta parroquia y la agoladesa de Vilariño recuperaron hace dos años, debido a la tremenda sequía que asoló los pastos y puso en peligro el suministro de agua durante el verano.

Esta tradición llevaba sin realizarse desde 1990, pero la verdad es que su origen se remonta a finales del siglo XIX, en 1888. En situación de extrema falta de precipitaciones, los fieles de la parroquia de Vilariño sacan en procesión la imagen de la Virgen, para llevarla sobre andas junto a la de su hermana de Bermés y, así, lograr que vuelvan las lluvias. El año pasado, la primera misa de aniversario se celebró en Vilariño. Ayer, fuese casualidad o cuestión de fe, lo cierto es que momentos antes de la liturgia sí cayeron algunas gotas sobre las tierras dezanas. Pero son insuficientes.