Las pronunciada sequía estival ataca a los cultivos en Deza, pero esto no afectó a los siete puestos que cada sábado se colocan en la calle Joaquín Loriga para ofrecer sus productos de calidad. Hortalizas, legumbres o miel son algunos de los alimentos ecológicos que ofrecen las vendedoras de los diferentes puestos. La bajada del ritmo en las ventas de ayer se puede atribuir a la jornada de feria del día anterior. Aunque, según comenta Ainoa Prieto: "los clientes que tenemos en los días 3 y 18 no son los mismos que se acercan hasta el puesto los sábados por la mañana".
El mercado sabatino se abre por la mañana y permanece hasta las 14.00 horas. Los productos que ofrecen son tomates, judías, ajos, pimientos o mismo miel, "empezamos ahora con la producción de este producto, ya se pueden comprar los primeros botes", comenta la vendedora de Miel Pájaro. A lo largo del año también ofrecen otros productos caseros como pueden ser chorizos o embutidos. "Cuando es la época de la mata ponemos a la venta productos caseros. Vendemos todo lo ecológico que realizamos en casa", explica Ángela Feáns. En cuanto a las ventas, casi todas concuerdan en que no tienen "mucha queja" ya que se mantienen casi igual que el año pasado. "Quizás haya una bajada con respecto a la misma época del año anterior", comentan desde el puesto de Mariló. Todas las vendedoras se dedican a la venta de estos productos, por eso tienen controlada la calidad del producto y se preparan para épocas de sequía y demás problemas que pueden suceder durante la cosecha. "La verdad es que nosotros tenemos una finca muy buena equipada con un sistema de regadío, por eso la sequía no afecto a la calidad de los productos", comenta Ángela Freáns. Por otro lado, este clima prejudica a algunos ecológicos que alargan su madurez y producción. "Este año aún tenemos espinacas a la venta, algo que no es usual en esta época", comentan desde el puesto de Miel Pájaro.
Estabilidad en los precios
En cuanto a los precios, las vendedoras también concuerdan en que ningún puesto ha subido el coste de los productos. "La gente que quiere el producto no mira tanto el precio sino la calidad, por lo que variarlo es tontería, ya que los clientes son casi siempre los mismos", explica Ángela Feáns. Los compradores de los siete puestos son casi siempre los mismos que cada sábado se acercan en busca de los productos. "Yo siempre procuro mantener los precios, desde el año pasado no los he variado ya que los clientes ya me conocen porque son casi siempre los mismos. A lo mejor, en el verano se acerca alguien de fuera, pero es muy raro", explica Ainoa Prieto. El objetivo de las vendedoras es que los clientes queden satisfechos con los alimentos que compran, además de que haya en abundancia para cubrir las ventas que reclaman sus compradores.
