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La cooperativa estradense cuenta con 364 socios

Monte Cabalar lucha por su subsistencia una década después de su puesta en marcha

Las pérdidas causadas por los ataques de lobo, muchas de ellas no indemnizadas, y las "irrisorias" ayudas que recibe de la PAC obligan a "repensar" el proyecto - El colectivo vende carne de vaca, potro y cerdo de raza Celta

Barreiro -señalando-, socios de la cooperativa, el alcalde y el delegado de la Xunta, en 2011. // Bernabé/Luismy

A finales de 2006 aprobó el proyecto y en 2007 sus animales ya pastaban al aire libre. Una década después, la cooperativa estradense Monte Cabalar se mantiene en activo, aunque en "una situación complicada para dar subsistido", tal y como admite su presidente, Fuco Barreiro. A la vulnerabilidad a la que se exponen sus animales, debido a la meteorología adversa, con lluvias extremas y sequías muy intensas -lo que genera una menor densidad de pasto-, se suman la cada vez mayor presión que sobre la cabaña ejerce el lobo, así como las "irrisorias" ayudas de la Política Agraria Común (PAC).

Pese a las dificultades, los impulsores de la cooperativa están "repensando continuamente" el pionero proyecto, "con la intención de continuar mejorando, resolver los problemas y optimizar la explotación y la producción", asegura Barreiro. Tanto es así, que ya trabajan en la búsqueda de algún tipo de colaboración que facilite su continuidad, "buscando otros enfoques", dice.

Con todo, Barreiro no niega que el balance de actividad de los primeros diez años "es malo, porque las dificultades que nos encontramos fueron muy grandes", argumenta. La "burocracia", dice, es uno de ellos. En este sentido, señala que la orden de ayudas compensatorias por ataques de lobo "no está pensada para extensivo", sino para el ganado más doméstico puesto que, en el caso de los animales que viven en el monte, es más complicado localizar las reses muertas, teniendo en cuenta que lo que aparece de muchas de ellas son ya restos de huesos o piel "y en estos casos te deniegan la ayuda", apunta Barreiro. "Venimos cobrando por indemnización el 20% de los ataques que sufrimos", lamenta, al tiempo que asegura que llegaron a acumular "casi cuatro años de retraso en los pagos".

Ataques al 70% de los potros

El impacto negativo que el cánido salvaje genera en la producción de Monte Cabalar es tal que el colectivo está perdiendo en estos momento "entre el 70% y el 80%" de los potros nacidos en sus terrenos, que acaban comidos por el lobo. Éste ataca, además, a los terneros que, aunque en menor medida, también registran bajas "importantes", afirma Barreiro.

Por otra parte, el presidente señala que "la filosofía de la PAC no equilibra y eso nos llevó a una situación precaria que condicionó el desarrollo del proyecto. A veces no desbrozamos porque no tenemos recuros. Es una situación muy precaria", insiste. Barreiro enmarca estos condicionantes a nivel administrativo en la "falta de sensibilidad y preocupación global por la situación que vive el sector" agroganadero, en lo que se refiere tanto a la bajada de precios como a la gestión del territorio.

La cooperativa, integrada por 364 socios, dispone de una superficie de unas 600 hectáreas de monte cerrado en las parroquias estradenses de Somoza, Tabeirós, Nigoi, Arca y Souto. El proyecto nació con la intención de actuar sobre el abandono de las tierras y el minifundismo. Hoy en día, sus predios son el hábitat de unas 120 vacas de raza Rubia Galega y, mayoritariamente, Caldelá. También de 140 yeguas y cuatro hembras reproductoras de cerdo Celta. En sus inicios, la cooperativa introdujo la cría de cabra, especie que dejó de trabajar por las dificultades de manejo que presentaba. "La cabra es poco adecuada para este tipo de montes. Tienen mucho tojo y la cabra necesita pasto más variado y clima húmedo", señala Barreiro. La cuestión alimenticia no fue el único problema que motivó al colectivo a dejar de criarlas. Los constantes robos de reses que sufrían hicieron que, definitivamente, en 2012 decidiesen vender las que pocas que le quedaban.

En la actualidad, su producción fluctúa, "es muy inestable", señala Barreiro, pues depende de las conticiones meteorológicas que se den cada año y de los imprevistos como los citados ataques del lobo. De media, la cooperativa saca adelante en torno a medio centenar de terneros al año y unos 40 cerdos. El número de potros nacidos ronda los 60 en ese mismo período.

Infraestructuras

Los animales viven al aire libre, en régimen de silvopastoreo. La cooperativa cuenta con una nave en el monte que utiliza para guardar los terneros y la hierba para completar la alimentación de sus animales. Aparte del trabajo que realizan los propios socios de la entidad, el colectivo cuenta con un empleado permanente y con otro temporal, que se encargan de comprobar que todo funcione con normalidad.

Además de contribuir a la prevención de incendios forestales, el sistema de pastoreo hace que la carne de las reses que se alimentan de este modo tenga unas características especiales en lo que a sabor y calidad se refiere.

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