"Comenzamos siendo una docena, y ahora sumamos ya más de 200 personas". Así de satisfecho se mostraba ayer Luis Varela, vecino de O Foxo que cada 16 de agosto, desde hace 25 años, acoge en el bajo de su vivienda una misa en honor a San Roque, abogoso contra la peste y las epidemias (trabajó de voluntario con los enfermos en la pandemia del siglo XIV).

La organización de esta misa tiene sus orígenes en un antiguo párroco de Silleda "que no quería santos en los altares, tan solo el crucifijo". Así que, como la imagen de San Roque había sido comprada por su madre, Luis Varela decidió traérselo a su casa. Con el paso de los años, los demás santos pudieron regresar al templo, pero la imagen de San Roque y su perro se quedó en O Foxo. Había un motivo más fuerte aún que el hecho de que lo adquiriese la familia. "En el año 1800 hubo una peste tremenda entre los animales, hasta tal punto de que no se contaba con una pareja de vacas sanas para poder trabajar la tierra", relata Varela. Para evitar que la pandemia continuase expandiéndose, los vecinos de O Foxo pidieron al párroco que les dejase la imagen de San Roque, para que todo el ganado de la aldea pasase por debajo. El remedio fue efectivo: ningún animal contrajo el mal e incluso pudieron arar las tierras de vecinos de otros lugares de la parroquia que sí quedaron afectados.

Es más que lógico que O Foxo rinda honores a San Roque. Esta peste de 1800 fue la reaparición de, precisamente, la peste negra, la pandemia que contagió a San Roque y que sólo entre los años 1347 y 1351 mató a 50 millones de europeos. En una sociedad marcadamente rural, en el siglo XIX los animales suponían no solo una fuerza de trabajo en el campo, sino también el principal medio de sustento para las familias.

Hoy en día, la mecanización del campo ha aliviado, y mucho, la dependencia del ganado a la hora de trabajar los campos. Pero no por ello O Foxo ha perdido la fe en su patrón. Queda demostrado año tras año, ya que cada vez son más los fieles que acuden a la casa de Luis Varela. "No sé si será por devoción o por los melindres", bromea el anfitrión. Por si acaso, para la reunión de esta tarde (la misa será a las 19.00 horas) ha comprado más de 6.000 melindres, elaborados en Vilalba.

Oraciones propias

Varela se encargó de acondicionar el bajo para reconvertirlo en capilla. La estancia cuenta con moqueta y con un centenar de sillas que este vecino pagó de su bolsillo. "Hay una bandeja, por si alguien quiere contribuir económicamente", pero en ningún momento pidió ayuda a los vecinos. En los últimos años, oficiaba la misa el sacerdote de Laro, el padre Katanga. Sin embargo, hoy se colocará ante el altar el párroco de Silleda, José Pérez Barreiro. Pese a la numerosa afluencia que tiene esta cita, no se prevé organizar una procesión, más que nada porque la mayoría de asistentes son personas mayores. También se prescinde de los fuegos para evitar incendios. Eso sí, los fieles tendrán a su disposición estampas con la imagen de San Roque y unos versos que compuso el propio Luis Varela, que tituló como La gran verdad y con los que hace años consiguió un premio de la Cadena Ser.