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Merza sigue a la espera de que la Xunta medie para soterrar la línea de Redesa

Los vecinos resaltan consecuencias como zumbidos en el trazado o rayos que caen más cerca durante las tormentas -Varias viviendas se ubican a menos de 50 metros de la red

Vista del núcleo de viviendas de la aldea de Merza. // Bernabé/Javier Lalín

El pasado mes de febrero, la corporación de Vila de Cruces aprobaba por unanimidad una moción consensuada mediante la que se pedía a la Consellería de Industria que mediase para que la empresa Red Eléctrica de España SA, Redesa, soterrase la línea de alta tensión que pasa por Merza. El documento también propone que se cree una comisión para buscar una alternativa a este trazado.

Seis meses después tanto el alcalde, Jesús Otero, como los concejales de la oposición y los vecinos siguen sin noticias. "Si no obtenemos respuesta, volveremos a incidir tanto sobre esta cuestión como sobre la dotación de un PAC", apunta el líder del Bloque, Xoán Blanco. Curiosamente tanto Otero como Blanco y el portavoz del PSOE, Xurxo Guzmán, son de esta parroquia. Los tres conocen sobradamente los efectos de esta línea, "a los que a lo largo de 20 años terminas acostumbrándote", dice Blanco. Los vecinos dicen que notan cómo los rayos caen más cerca de los núcleos de viviendas cada vez que hay tormenta, o un intenso zumbido que producen los cables cada vez que llovizna. "Si las autoridades sanitarias recomiendan no dormir con el teléfono móvil a menos de un metro, para evitar sus ondas electromagnéticas, es fácil imaginar cuál será el efecto de un trazado eléctrico de 400.000 voltios", recalca este concejal.

Urge una respuesta de Industria más que nada porque es la segunda vez que los tres grupos políticos se ponen de acuerdo en cuanto a este tendido. Desde que la línea comenzó a funcionar en 1996, el Bloque presentó sucesivas mociones para que se volviese a su trazado original o se soterrase. En 2010 y también por unanimidad, se aprobó una moción para solicitar una ayuda autonómica con la que soterrar la línea. Al final la propuesta no salió adelante porque, aunque la subvención cubría el 80% del coste, el Concello no podría asumir el 20% restante, que Otero cifraba entonces "en uno o dos millones de euros". "La Xunta tiene que buscar una solución, porque hay zonas en las que existe menos actividad humana y por las que sí puede discurrir el trazado", explica Blanco. De hecho, el proyecto original diseñaba el trazado sobre una explotación minera en la que trabajaban poco más de una docena de personas. El titular de la explotación alegó y consiguió que se modificase el trazado. "Creo que ahora sí se podría negociar con el titular de esta empresa", manifiesta Blanco, en caso de que la línea no pueda soterrarse.

Al margen del campo magnético que tienen que soportar los vecinos, se encuentra el peligro de que una de las torretas se desplome en un temporal de viento, tal y como ocurrió en febrero con siete postes en O Candán.

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