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Maruja Rey: "Varios miembros del coro ven vídeos con sus nietos en Youtube para mejorar la técnica"

"Una de las actuaciones más emocionantes fue una versión del My way, de Sinatra, con la Banda de Vilatuxe"

Maruja Rey, en un momento de la entrevista en la redacción de FARO. // Bernabé/Javier Lalín

Hablar con Maruja Rey ayuda a que uno se dé cuenta de que las personas que han entrado en lo que se llama "tercera edad" aún tienen mucho que ofrecer a sus vecinos y al pueblo en el que viven. Desde 2002 ejerce de secretaria de la Coral Polifónica Rodeiro (su presidente es Manuel Gil) pero en realidad fue quien consiguió recuperar el coro tras unos años de parón. A esta vecina de Álceme también se debe, junto a otros compañeros, la puesta en marcha del colectivo vecinal Emecla, que ahora coordina Inés Carballo.

-¿Cómo fueron los orígenes de la Coral Polifónica?

-Nuestra historia se remonta a 1996. El sacerdote, Emilio Elbito, puso en marcha la Asociación Cultural Santa Baia, abierta a vecinos de otras aldeas. Yo entré en el colectivo gracias a una profesora del colegio, que me animó. El coro comenzó cantando en fiestas, comuniones, bautizos y en funerales, algo que por entonces no era muy habitual, aunque ahora ya es más frecuente por la escasez de sacerdotes. Pero don Emilio comenzó a tener más trabajo, más parroquias, así que tuvo que dejar la dirección. Fue ahí cuando el coro se deshizo y quedó, digamos, en estado latente. Por esa época llegamos a ser 30 miembros. En 2002 decidimos remontar y, cuando tuvimos que tramitar los papeles en Pontevedra, me indicaron que el coro debía tener un nombre artístico, así que la bauticé como Coral Polifónica de Rodeiro. Como te imaginas, en estos 15 años cambiamos mucho de profesor [la actual es Estela de la Caridad Alonso] y también fue variando el número de componentes. Es más, hubo un tiempo en que incluso se montó otro coro en Rodeiro, pero no llegó a tener mucho recorrido. En los mejores tiempos fuimos 40, ahora estamos 15 e intentamos captar gente joven, para que la formación continúe. Estamos abiertos a voluntarios de otros municipios. De hecho, tenemos una integrante que es de Goiás pero vive en Barcelona, y cada vez que viene de visita acude a la coral.

-Ese es quizá uno de los tópicos que rodea a las corales, ¿no? Suelen asociarse a gente veterana.

-Creo que, en realidad, lo que ocurre es que los jóvenes prefieren las charangas y los cantos de misa les van poco. Sea lo que sea, tengo que decir que mi intención, al retomar la coral, era que la gente de mi edad no estuviese ociosa, que disfrute de la música. A mí aún me ocurre, que animo a muchas vecinas a apuntarse a la coral, pero por pereza o miedo no se atreven. Y hay que pensar que, gracias a un coro, las personas mayores tenemos la oportunidad de conocer a otra gente, de visitar otros lugares, de hacer intercambios con otros grupos. Siempre digo que, si lo pensamos bien, la Coral Polifónica de Rodeiro tiene una agenda más apretada que la orquesta Panorama [risas].

-Es cierto que la coral es una forma de esparcimiento. Pero también es verdad que supone un gran esfuerzo, dado que muchos seguro que no tienen formación vocal y auditiva reglada.

-Ninguno tenía formación académica en este ámbito, así que tuvimos que aprender a modular la voz y muchas otras cuestiones. Lo que hacen muchos miembros de la coral es tirar de sus nietos y ver vídeos en Youtube de las canciones que interpretamos, para así mejorar su técnica. Mencioné antes que solemos asistir a actos religiosos, pero es que nuestro repertorio va más allá: desde habaneras a temas tradicionales gallegos o versiones de canciones de Isabel Pantoja. Nuestra oferta musical es tan amplia que nos permite variar de un concierto a otro.

-¿Hay algún concierto que le haya despertado una emoción especial?

-Todos tienen algo, pero tengo que admitir que recuerdo con mucho cariño la actuación en el primer Festival de Corais de la Diputación, en 2008, o la etapa del coro con Jaime González Pichel al frente, cuando por entonces tenía también la batuta de la Banda de Vilatuxe. Fue con esta banda cuanto interpretamos, una vez, la versión en español del tema My way, de Frank Sinatra. Se me puso la piel de gallina. Hubo una etapa en la que hicimos muchos intercambios con otras corales. Llegamos a ir a Monforte, a Taboada... No fuimos al extranjero porque no nos llamaron [risas]. Y, hablando de conciertos que aún me emocionan hoy, también tengo que mencionar la interpretación del villancico Noche de paz con el hijo de la profesora tocando el violín.

-El coro de Rodeiro es una referencia ya en la comarca, y procede precisamente de un municipio en el que no hay tradición de bandas, a diferencia de lo que ocurre en el resto de la comarca, con la salvedad de Dozón. ¿Resulta curioso, no?

-Y tanto, porque yo tengo esa espina clavada de no aprender a tocar ningún instrumento. Sí hay grupos de música tradicional, pero lo de poner en marcha una banda no cuajó. Hace años un miembro de la Banda de Silleda, recuerdo solo su nombre, José Antonio, daba clase en el colegio de Rodeiro. Hablando, decidimos que trajese todos los instrumentos musicales para enseñárselos a los niños y ver si así se animaban a aprender a tocar alguno. Pero la mala suerte quiso que este docente cambiase de destino al curso siguiente, así que la idea se quedó en nada.

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