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Medio siglo dedicado a la zapatería

El negocio de Manuel Louzao Rey cierra después de 25 años en la Plaza de Abastos y otros 25 en Suiza

Manuel Louzao Rey, con una foto de la antigua zapatería. // Bernané/ Cris M.V.

Manuel Louzao Rey, vecino de 65 años de Curantes, trabajó en la zapatería M. Louzao, situada en las inmediaciones de la Plaza de Abastos de A Estrada, durante 25 años de su vida. Hace poco más de un mes se jubiló, dejando cerrado el local que ocupó durante muchos años.

Manuel Louzao emigró siendo aún un joven a Suiza, hace 50 años, con el objetivo de conseguir un trabajo con el que poder vivir. Después de dedicarse durante 6 años a la construcción, comenzó con un curso de aprendiz de tres meses, donde le enseñaban el oficio junto a los demás trabajadores de la empresa internacional, en la cual finalmente pasó trabajando 25 años de su vida.

Louzao recuerda como un dato curioso la vez que mientras estaba trabajando como todos los días en su puesto de la empresa, llegó el trabajador de un hotel a traerle dos pares de "zapatos bastante horteros", según comenta. Después de hablar con el joven, le reveló que los dos pares de zapatos eran propiedad de la reina Isabel II de Inglaterra, que durante esos días pasaba una pequeña estancia en la ciudad.

Después de 25 años trabajando en la misma empresa y siendo junto a su esposa y sus dos hijos casi unos suizos más, Manuel Louzao decidió regresar a su tierra natal y montar su propia zapatería en A Estrada. "Durante el primer año o año y medio fue algo más difícil porque había otros tres o cuatro zapateros más en el pueblo y yo acababa de llegar, pero luego con el tiempo te van conociendo y eso fue cambiando. Uno se iba, otro venía, pero casi siempre mantenía una clientela fija", comparte Louzao sobre los primeros años laborables en la villa estradense.

"Había competencia en esos momentos, porque éramos tres o cuatro, pero siempre nos llevamos bien y nunca tuvimos problemas importantes", comenta el zapatero sobre los demás miembros de su gremio. El problema más grande que podían tener entre ellos era a la hora de establecer un precio común para los arreglos o la elaboración de los productos de sus negocios.

Manuel Louzao reconoce que durante toda su trayectoria profesional la peor época que vivió fueron durante estos últimos años. La venta de zapatos baratos y "casi de usar y tirar", como los llama él, hizo que el oficio de zapatero tuviese mucho menos encargos que en otras épocas, porque ante la posibilidad de arreglarlos la gran mayoría prefiere comprar otros. "Antes teníamos mucho trabajo y nos traían calzado de mucha calidad", añade el zapatero.

A pesar de los problemas o momentos difíciles que le fueron surgiendo a lo largo de su trayectoria profesional, Manuel Louzao jamás se planteó cambiarse de profesión o cerrar la zapatería. Además, siempre se mantuvo en el mismo local en el que estableció su negocio cuando regresó de Suiza, hace más de 25 años, que ahora queda vació al no tener un compañero o colaborador que prosiga y mantenga su profesión.

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