En Memoria geognóstico-agrícola sobre la provincia de Pontevedra hace una descripción de los montes de Deza, entre los que transcribimos la de O Carrio: " Si es notable el aparente aislamiento del monte Farelo, con más motivo debe llamar la atención del observador el Carrio, separado de la Cordillera por la extensa meseta conocida bajo el nombre de tierra de Deza. En efecto, desde el elevado punto llamado Peña de Francia, que se alza a 914 metros sobre el nivel del mar, el terreno desciende gradualmente y sin asperezas hacia el Noroeste en una extensión bastante dilatada, comprendida entre los ríos Arnego y Deza.

La altura media del país puede calcularse en 400 metros, sin que no obstante las numerosas desigualdades de esta superficie, varíe mucho la cifra anterior, ni en el cauce de los arroyos ni en las cimas redondeadas de los cervos. Aun los mismos ríos Arnego y Deza, que limitan por ambos lados esta región y corren por cauces más profundos, no ofrecen una cifra inferior a 200 metros. Terminada esta meseta, casi en el centro de la región se alza repentinamente el monte Carrio a 852 metros sobre el nivel del mar. Desde allí cambia enteramente el aspecto del país. Agrúpanse los montes en la dirección Noroeste, dejando en sus intervalos valles profundos, angostos y de rápida pendiente. Aquellos montes, que no son otra cosa más que los estribos del Carrio, multiplicanse en el extremo de la región y en lugar de humillarse en la proximidad del Ulla, elevanse a su orilla hasta 640 metros sobre el nivel del mar.

Allí corre el Ulla en su profundo cauce, comprimidas sus aguas por esta cortina gigantesca que presenta al observador sus cumbres desnudas de vegetación, ya bajo la forma de una arista prolongada ya como una serie de puntos cónicos a la manera de las cimas de los volcanes. Ofrécese esta última forma principalmente en el extremo Noroeste de la región, tendiéndose hacia el Este en el monte de la Magdalena y sus ramificaciones hasta el término de la región sobre el puente Cira. Esta notable disposición del país, cortado bruscamente por el censo del Ulla, sin esa humillación gradual de los montes, que forma en casi toda la provincia sus fértiles cuencas aluviales, influye de un modo nocivo en la vegetación.

No sucede lo mismo en la pendiente oriental. Allí las ramificaciones del Carrio decrecen bastante uniformemente hacia el Arnego; y si bien el país ofrece en general la forma ondulante que distingue a casi todos los valles de la Galicia central, estas ondulaciones, debidas a los muchos arroyos que afluyen al Arnego, se dibujan en curvas suaves, que casi desaparecen bajo los productos de un regular cultivo.

La parte superior ofrece también, como se ha dicho, las mismas ondulaciones, bastante suaves, pero el aspecto general del país es menos pintoresco. La excesiva elevación de aquella meseta, y la reducida extensión de los recintos inmediatos al Deza, únicos puntos en que pudiera desarrollarse libre la vegetación, contribuyen a aquella aridez; no obstante, en el extremo de la región próxima a la confluencia del Deza y el Ulla, el hermoso valle de Cira ostenta una vegetación rica, que si bien en su mayor parte no pertenece a la región, toca a ella una no pequeña en el risueño cuadro, que ofrece el país. No es este el único punto en que se presentan notables excepciones a la general aridez de la pendiente occidental de esta región. Se ha dicho antes, que entre las bruscas pendientes del Noroeste existían valles profundos y reducidos dominados por grandes alturas; en este caso están las frondosas hondonadas de Piloño, sobre el Ulla, y de su lago sobre el Deza, cuya vegetación vigorosa sostendría la competencia con la de otros países, con mejores condiciones de latitud y altura.

Partiendo del principio de la región del Carrio, es decir, desde una línea, que en la prolongación de la cordillera del Faro une el nacimiento de los ríos Arnego y Deza, la constitución geológica el terreno pertenece exclusivamente al granito. En toda esta línea, que es al mismo tiempo el principio y la parte más elevada de la región, el granito aparece, no solo como roca dominante, sino que en general es la única, que ofrece el país. Esta roca, cuyo grano es bastante fino, ofrece en general poca cohesión, y a esto es debido que los montes no se presenten escarpados, no obstante la desnudez de sus cimas, que en algunos puntos, como en el Monte Martiñá, carecen absolutamente de la más ligera capa de humus, ofreciendo el cuadro más agreste quizá de toda la provincia. (...)"