Destaca el buen funcionamiento del boca a boca para que más público se interese y también la ampliación de la oferta de lo que puede visitarse dentro del edificio, como la sala dedicada a Joaquín Loriga:"es un personaje que muchos de los que vienen no conocen, pero una vez les cuentas su historia les llama la atención". Los más pequeños se decantan por la colección de títeres del museo, mientras que los más mayores se sorprenden con el gran tamaño de la chimenea o el jardín de la parte trasera. "Lo más gratifican de ser guía turístico es transmitir a otros el valor del patrimonio que tenemos aquí, cuando ves que muestran interés te hace sentirte orgulloso, sobre todo porque para realizar las visitas tenemos que informarnos mucho", afirma.