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"Siempre volvemos a nuestra tierra"

El cerdedense José Cortizo recoge en versos las memorias de su juventud en la aldea

José Cortizo, cantando en el muro de su casa de Barro de Arén. // Bernabé/ Luismy

José Cortizo es un vecino de 91 años del municipio de Cerdedo-Cotobade que, aún siendo menor de edad, se marchó de su aldea cerdedense, Barro de Arén, para comenzar su extensa trayectoria profesional. A lo largo de su vida recorrió lugares como Madrid, Caracas, África o Cataluña, donde finalmente pasó 40 años de su vida. Su afición por escribir es casi innata. Siempre que podía lo hacía sobre su lugar natal. También participó ocasionalmente en una revista catalana, "Pa amb oli", aunque por su actividad profesional nunca tuvo mucho tiempo para dedicar a la escritura.

Recuerda que en Cataluña se sentía querido, apreciado y feliz, pero echaba de menos su aldea. Se inspiraba en ella, en la actividad de la gente, en los amores adolescentes, en los caminos y sus cantos, en las voces de las mujeres y en la "morriña" que sentía al recordar todo. Lo hacía para mantener vivo el recuerdo en la memoria y desahogar así su nostalgia.

Cuando regresó a su casa, 50 años después, se encontró con un Barro de Arén deshabitado, vacío, sin niños corriendo detrás de animales, sin molinos trabajando día y noche, sin el bullicio que él recordaba. Fue ahí cuando, ya con mucho tiempo libre y con añoranza del pasado, decidió retomar su actividad de la escritura:

De volta veño da ronda/ de unha mociña rondar/ camiñando vou para casa/ moito me queda que andar./ Pasei a ponte de noite/ sentín a auga cantar/ que baixa polo regueiro/ e vai camiño do mar./A lúa quedou conmigo/ ela non quixo marchar/ para alumearme o camiño/ camiño do meu lugar./ Ela quedouse soliña/ ela dormindo estará/ soñando que chegue o día/ que conmigo vivirá. Así reza "De volta veño da ronda" uno sus poemas sobre su juventud en Barro de Arén.

Ahora, 70 años después de su marcha y de casi 20 tras el reencuentro con su aldea totalmente cambiada, se sigue inspirando en aquellos viejos tiempos de su infancia y juventud, pues dice no encontrar motivación en una actualidad en la que no hay nada que le atraiga o llame su atención e interés. Aún así, como José Cortizo dice, "los gallegos siempre volvemos a nuestra tierra", y se siente muy arraigado a ella. A aldea deste monte/que un día veume nacer/quixera que fora ela/quen me vexa morrer, recita mientras expresa su deseo de seguir en la tierra que le vio nacer.

Cortizo considera firmemente que no es un poeta, puesto que "para eso se necesitan estudios y yo no los tengo", admite, aunque también reconoce que "el gallego de por sí es muy poeta, porque la aldea le hace pensar".

Pero no todo es inspiración para este autor aficionado. Entre algunos de sus versos hay historias reales que ocurrieron 70 años atrás, como a las que alude en el poema de "Carmela y Pepiño". Sus párrafos cuentan la historia de las reuniones entre dos jóvenes de Barro de Arén en el molino de la aldea y del nacimiento de un niño, fruto de sus encuentros.

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