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María Paz Cuñarro Carballude: "Me marché de aquí ganando 500 pesetas y mi primer sueldo en París fueron 12.000"

"Recuerdo la época de la emigración y me vienen a la cabeza los emigrantes que nos llegan ahora del Este"

"Pacita" Cuñarro posa en la libreria Dalvi, en la Rúa Colón de Lalín. // Bernabé/Javier Lalín

Lleva seis años jubilada, pero todavía no puede evitar pasarse por el que fue su negocio durante prácticamente toda su vida. Se llama Paz, aunque todo el mundo la conoce como "Pacita de la Dalvi", aunque ella misma no recuerda quién fue la persona que le puso el diminutivo. Tanto ella como su marido Amadeo y sus hijos forman parte de una de las familias más queridas y respetadas de la localidad.

-¿Es cierto que empezó a trabajar con tan sólo 13 años?

-En realidad empecé con 12 años a trabajar en la Dalvi. Al principio hacía recados porque la librería en aquel entonces no tenía el trabajo que tiene hoy en día. Una de las hermanas trabajaba en Correos y la otra tenía la librería, y yo le iba a casa y le hacía las cosas. Para terminar mi formación, de noche iba a una academia de Luisa Moure todas las noches hasta el sábado, que me iba para casa. Así estuve hasta los 18 años, que fue cuando empecé a pensar que aquello no era lo mío, aunque casi llevaba yo sola la librería. Lo malo es que ganaba muy poco, no tenía seguro y yo tenía otras inquietudes. Fue cuando decidí marchar a Francia para disgusto de mis padres.

-¿Por qué a Francia?

-Estuve en París, me marché sola pero tenía una prima hermana viviendo allí, que fue la que me esperó en la estación cuando llegué. Tenía 18 años recién cumplidos. Eran los años más fuertes de la emigración, y al final estuve cuatro años. Me acuerdo que en el viaje teníamos que hacer varios transbordos donde la maleta y la gente entraba por las ventanillas. Recuerdo esa época y me viene a la mente la emigración que nos viene ahora de esos países del Este, porque nosotros éramos así también. Tardé unos tres días en llegar a París.

-¿A qué se dedicó en la capital francesa cuando se instaló?

-Estuve dos días en casa de mi parienta y tuve la gran suerte de que en la embajada alemana en Francia necesitaban una chica para cuidar a dos hijos de un empleado de la embajada, que se llamaban Philippe y otro François. Por un contacto de mi prima me metí allí. Los primeros meses fueron muy duros porque ni los niños me entendían a mí ni yo a ellos. A los dos meses entró a trabajar una cocinera de Sevilla que ya conocía el idioma y me echó una mano. Además, yo estaba interna y mi habitación era colindante con la de los niños. Allí viví todo el tiempo que estuve en París, muy cerca de los Campos Elíseos. Me querían muchísimo y yo estaba encantada porque marché de aquí ganando 500 pesetas y mi primer sueldo en París fueron 12.000 de los años sesenta. El primer año no quise volver porque la familia tenían un chalé en Benicasim y estuve con ellos. Al segundo año vine y empecé a salir con Amadeo, y ya me jorobó un poco más tener que regresar a París. Estuve otro año sin venir para fortalecer la idea de quedarme. En otra visita mía la Dalvi estaba cerrada por enfermedad de la dueña, y entonces Servando Vidal, del Concello, me dijo que aceptara la oferta de quedarme con la librería. Entre el novio y mis padres, y me quedé.

-¿Volvió a tener contacto con la familia o los niños que cuidó durante su estancia en París?

-Nunca más. Tuve que ir a buscar las cosas cuando decidí volver, pero me dieron tanta pena que no me despedí de ellos. Me despedí del matrimonio. Nunca llevé bien lo de escribir en francés, me valía de una chica que me ayudó, pero con los años fuimos perdiendo el contacto, desgraciadamente. Volví a París casada y con hijos, unos 20 años después, y fui hasta allí pero ya no estaba nadie allí.

-¿Le acabó gustando poder trabajar en la librería Dalvi?

-Me quedé en la librería, pero después le propuse a la dueña que o me la vendía o me marchaba. Había un notario que se llamaba Don Pablo, que me quería muchísimo, y me decía siempre que me apoyaba y que presionara a la dueña. Cogí la librería, Amadeo estaba trabajando con su padre en la serrería, vino para casa y ahí estuvo la historia de toda mi vida. Entonces la librería más potente era Alvarellos, pero cuando llegó la EGB pudimos hacer mucho dinero.

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