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La VI Feira da Sidra brinda O Grolo de Ouro al pionero de las sidrerías locales

La hija de José María Torres recibirá el premio póstumo a este agricultor e industrial que también fundó El Labrador Estradense

La hija del José María Torres, Isaura Torres, ayer, evocando la figura de su padre. // Bernabé / Cris M.V.

La VI Feira da Sidra mira a los orígenes de la tradición sidrera en A Estrada. Maceira e Sidra ha decidido brindarle O Grolo de Ouro a título póstumo al pionero de las sidrerías locales, el agricultor, industrial y exedil de A Estrada José María Torres y Torres que, además, fue el fundador de la prestigiosa quesería El Labrador Estradense y un gran productor de manzana de mesa y de sidra, especialmente de la hoy célebre variedad Rabiosa de Callobre.

La hija del homenajeado, Isaura Torres Coto, será la encargada de recoger el galardón el sábado. "Contentísima" por este "inesperado" reconocimiento, indica que "si él pudiese verlo" se emocionaría tanto como si pudiese ver lo cuidada que su nieta Ana tiene la casa familiar, hoy el establecimiento de turismo rural Torres de Moreda, rodeado de muchos de los manzanos que José María plantó con sus propias manos.

Nacido en 1896 en el seno de una familia de labradores de O Vilar (Callobre), José María Torres y Torres emigró con tan solo 15 años a La Habana (Cuba), donde ya estaban su padre y sus hermanos. Allí -en dos etapas, la primera antes de casarse con María Coto Rodríguez, integrante de una familia acomodada de Pousada (Callobre) y la segunda tras tener su primer hijo- descubrió u+n mundo nuevo al otro lado del océano y empezó a seguir a través de la prensa a personalidades de la cultura gallega como Vicente Risco, Otero Pedrayo, Castelao, Villar Ponte y su admirado amigo Manuel García Barros "Ken Keirades", con el que se carteaba y al que seguía a través del periódico local El Emigrado (que ayudó a financiar). Sacrificándose, también contribuyó a costear proyectos de interés para la comarca como la construcción de escuelas (por ejemplo, la de Callobre), la puesta en marcha de sociedades de instrucción y beneficencia o la ejecución de iniciativas de defensa del campo y de la agricultura orientadas a hacer del campo un medio de vida digno, dignificando a los agricultores, mostrándose muy crítico con las diferencias existentes entre los vecinos de la villa y los del rural. Hasta 1930 fraguó en Cuba unos ideales de agrarista que, ya de regreso en su tierra natal trató de llevar a cabo.

Hombre cultivado, suscriptor de prensa diaria, que abogaba por que las familias leyesen el periódico en las casas en voz alta en las largas noches de invierno, adquirió una propiedad en Liñares creando La Lechería a la que bautizaría con su actual nombre, El Labrador Estradense. Le iba bien pero durante la Guerra Civil le obligaron a cerrar y, agudizando el ingenio, José María aprovechó el espacio para hacer un salón de baile y los manzanos viejos que había en torno a su casa para crear semilleros de variedades autóctonas de manzana de mesa (como la reineta, que su hija recuerda que llevaban a vender a la Plaza de Abastos de A Estrada en grandes cestas que transportaban en la línea de García) o de sidra como la "manzana brava", hoy llamada Rabiosa de Callobre y estudiada por la universidad.

Conocido productor de manzana, Torres -que, con otros dos vecinos, llevó la luz hasta su casa y ensanchó el vial de acceso al lugar- vendía su producción a personas llegadas de muchos puntos de Galicia que pretendían realizar sidra. realizó una gran plantación bien ordenada "al cordel" que buscaba la luz del sol y el regadió, multiplicando la producción mediante la realización de injertos en sus fincas e incluso en las de vecinos a los que ayudaba a plantar.

Cuidadoso, a Torres le gustaba recoger la manzana de sidra en noviembre y dejarla madurar bien hasta que estuviese "amarilla", según recuerda su yerno, Manolo Villamayor. Una vez bien madura, ya con dulzor, la trituraba, la prensaba y la fermentaba en los pipos. De la trituración mediante un pisón y con los pies, Torres -que se consideraba "industrial", tal y como rezaba su carné- pasó pronto a adquirir una máquina de triturar. Tras la guera, reabrió la quesería e incorporó a la factoría a muchas mujeres y a su hermano pequeño, Daniel, al que terminaría traspasando el negocio.

Trabajador incansable, se centraría en la agricultura. Su hija recuerda que "no se podían dejar las tierras holgadas": su padre tenía un plan perfectamente trazado para sacarle el máximo rendimiento cada año. Recibía numerosas publicaciones periódicas agrarias y así sacó la idea, por ejemplo, de fundar un gallinero en Liñares, donde también regentaba su propia sidrería.

En los años 40 se convertiría en edil de la corporación presidida por el alcalde Miguel de la Calle. Desde su cargo, intentó contribuir a la mejora de la vida de los agricultoresFallecido en 1968 en su casa de Callobre, dejó tras de sí la impronta de una tardía revolución industrial en A Estrada marcada por la innovación.

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