-¿Le gustaría cambiar de negocio en el futuro y cambiar de actividad en un sitio como Lalín?
-De momento no compensa por culpa de la crisis. Tal y como están las cosas ahora es imposible intentar abrir otro negocio porque la cosa no está nada bien.
-¿Le resulta complicado mantener sus costumbres en una sociedad tan distinta como esta?
-La verdad es que para mí no hay ningún problema. Cada vez tengo más amigos españoles, y si soy sincero creo que ahora tengo casi tantos como los que dejé allá en mi pueblo natal. Sobre todo tengo muchos amigos jóvenes porque después de tantos años casi todo el mundo me conoce aquí. Recuerdo que cuando llegué a España me tiré los primeros tres años sin apenas hablar el idioma porque sólo iba de casa al trabajo y del trabajo a casa. Ahora vienen muchos amigos por aquí y algunos fines de semana salimos juntos a tomar una copita. Me costó mucho aprender el español porque es difícil para nosotros. Procuro estar todo el día escuchando a la gente con la que estoy para perfeccionarlo. Poco a poco lo fui mejorando porque sólo hablo chino con mi familia, claro.
-¿Cómo lleva esa fama que tienen ustedes de muy trabajadores?
-Yo pienso que cada persona es diferente, incluso en China. Lo que es cierto es que mi padre trabajó para sacarme adelante a mí, y yo haré lo mismo con mis hijos. No queda otra que trabajar. De todas formas, esa fama ya no es para tanto porque la gente ya sabe que hay que vivir un poco mejor. En China no existen las vacaciones como las de aquí, lo que pasa es que los festivos allí son muy largos. En mayo tienen una semana entera, otra en octubre, y el Año Nuevo chino dura casi un mes.
