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Jesús Mato Mato: "Lalín fue el principio de una vida distinta incluso como cura; busco excusas para volver a menudo"

"A mí siempre me gustaba lo prohibido y, como era bastante rebelde, hablaba gallego y me interesé por el mundo de la radio"

El padre Mato (izqda.), en una fotografía reciente junto a uno de sus sobrinos en Portomarín.

De él dijo el periodista lalinensse Ricardo Couto que fue el principio de la revolución industrial de Lalín en los años 60. Un libro sobre su vida sirvió de pistoletazo de salida del Forum Dezae del Pontiñas Centro Comercial y de Ocio Haley hace ahora siete años. El padre Jesús Mato Mato forma parte del imaginario de muchos vecinos de Lalín y un adelantado a su tiempo como sacerdote de la cabecera comarcal dezana. Acaba de superar con éxito un ictus y se muestra con ganas de seguir haciendo cosas, "como siempre".

-Una vez me dijo que no tenía pensado jubilarse, mejorado del ictus, con mayor razón, ¿no?

-Vamos tirando, aunque bastante bien dentro de lo que cabe. Según los médicos, la cosa va como tiene que ir. La verdad es que no me doy cuenta de cuando fue lo del ictus, pero lo mejor es que no me ha dejado ninguna secuela, que es lo importante. Lo cierto es que estoy retirado de lo que es el apostolado, lo que pasa es que sigo haciendo cosas por ahí porque no puedo parar. Vivo en Portomarín, donde me encuentro muy a gusto y muy bien.

-¿Sigue visitando Lalín, donde dejó tanta huella entre los que le llegaron a conocer como cura?

-Aún estuve por ahí no hace mucho tiempo porque suelo acercarme cuando hay algún entierro de algún sacerdote con los que tuve relación cuando ejercía el apostolado en Lalín. Lo cierto es que siempre que tengo ocasión voy por Lalín, y hago lo posible por tener disculpa para acercarme porque todavía me quedan muchos amigos en ese pueblo.

-¿Qué significó para usted su paso por la localidad dezana?

-Para mi Lalín fue el principio de una vida distinta incluso como cura. Allí empecé en la radio cuando nadie era experto en el tema, ni yo tampoco por supuesto. No había ninguna escuela en toda España donde pudieras aprender a hacer radio ni nada parecido. Cuando me vine para Lalín tenía cierta experiencia en Lugo, donde hicimos una pequeña emisora en el seminario donde yo me encargaba de las lecturas durante la comida. En aquella época tenía de aquellas galenas que hacíamos nosotros de estraperlo porque estaban prohibidas, y te podían expulsar del seminario. Siempre tenía cosas conmigo relacionadas con los medios de comunicación porque ya entonces me empezaban a interesar mucho.

-¿Y cómo se le ocurrió montar Radio Lalín en aquellos tiempos?

-El obispo había pensado en mi para hacer algo así. La raiz para montarla surgió después de que él anduviera pidiendo a curas de la villas a ver quién se atrevía a montar una emisora, y parece ser que don Victoriano fue el que se le ofreció, y así empezó todo. A mi casi siempre me gustaba lo prohibido. Incluso no nos dejaban hablar en gallego, y yo como era bastante rebelde hablaba gallego y me interesé por el mundo de la radio. Yo nunca pensé acabar como acabé porque recuerdo que hice el primer cursillo en 1967 para toda la gente que trabajaba en la Cope de España, y después lo pasamos a las demás emisoras.

-¿Cómo era aquella primera época de Radio Lalín?

-La idea original era transmitir las cosas de la Iglesia y acabamos transmitiendo una misa los domingos y el rosario. Después pensé que debíamos hacer otras cosas el resto del tiempo. En aquella época había repartidas por España unas 600 emisoras parroquiales al poco tiempo de empezar. Poco a poco fuimos ampliando la programación con música y todo. Había un detalle muy curioso porque nos habían dado una potencia de 10 vatios, que me parecieron irrisorios y lo que hice fue meterle un emisor de 100 vatios. Como no había nada legislado sobre eso, no nos podían hacer nada. Por la noche entrábamos en Ourense y en Santiago en las frecuencias de la SER. Por supuesto, protestaron y no les hicimos caso y decidimos seguir adelante aprovechando el vacío legal existente.

-¿Era una emisora muy oída?

-Mucho, y en casi toda la comarca, porque teníamos oyentes en Silleda y Agolada, sobre todo. El número de oyentes estaba en función de las horas. Empezamos haciendo un par de horas de programación después de comer, y cuando tuvimos más gente trabajando terminamos haciendo de doce a doce de manera ininterrumpida. Hacíamos debates y mesas redondas.

-¿Es cierto que uno de los programas estrella era el del tío Xanete?

-Sin duda. El espacio se llamaba Cousas e Contos y lo seguía muchísima gente tanto dentro como fuera de Lalín. Recuerdo con mucho cariño la tío Xanete porque era todo un personaje entrañable, que se hacía querer y con el que nunca te aburrías, de ahí el éxito que tenía en la emisora.

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