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Los piratas románticos atacan en la red

Falsos perfiles de extranjeros le piden dinero a mujeres que les aceptaron en Facebook

Las estafas románticas llegan hasta A Estrada // Archivo

Son piratas románticos. Estafadores profesionales que se dedican a pescar en tierra firme. Lanzan su anzuelo camuflado en las redes sociales con la intención de que el río revuelto de datos, fotos y perfiles que surcan las frías aguas de la soledad que aprisiona a muchas mujeres sea, para ellos, ganancia de pescadores. Enmascarando su identidad tras fotos -presuntamente bajadas de perfiles reales- de hombres muy atractivos, piden amistad a féminas en redes sociales como Facebook. Si les aceptan, inician afectuosas conversaciones en las que les muestran un gran interés hacia ellas. El único que tienen, en realidad, es ganarse su confianza para estafarlas. Es una tentación que ya ha desembarcado en ordenadores, tablets y móviles de mujeres de A Estrada y su comarca.

Una de ellas -que tiene un perfil de corte profesional en redes sociales- aceptó la primera petición de amistad sin pensar. Supuestamente era un noruego afincado en Miami que se interesaba por ella. Incrédula y divertida, sospechando que podía tratarse de alguien conocido que quería gastarle una broma o de un amigo de su marido, se lo contó a sus amigas. Intrigadas, le pidieron amistad a un perfil que, curiosamente, solo tenía otra amiga: una mujer de Padrón conocida de la primera. No fueron admitidas. Pero el empeño del extranjero en hablar con la mujer a la que le había pedido amistad, tampoco. Ella le contestaba irónicamente, incluso en gallego, y a cambio siempre recibía halagos y palabras bonitas, aunque insólitas para quien conoce los apelativos cariñosos más frecuentes en español.Ciertamente, "miel" no es uno de ellos. Y, así, la estradense en cuestión comenzó a tirar del hilo para desenmascararle. Tenía claro que se trataba de un falso perfil y tirando del hilo intentó llegar al otro cabo de la madeja.

Utilizando herramientas digitales disponibles en internet supo que la imagen ya figuraba en páginas estadounidenses alusivas a perfiles falsos. Supo así de la existencia de mafias organizadas radicadas en África y en Europa del Este que roban imágenes personales subidas a las redes sociales y las utilizan para estafar a almas cándidas. Las fotos del insistente pretendiente se correspondían, en realidad, con las de un conocido periodista de investigación rumano que las tenía colgadas en su perfil de Facebook. Paralelamente, su interlocutor le expuso que estaba en aprietos económicos y que necesitaba 10.000 dólares,prometiendo devolvérselos con intereses. "Soy dulce pero no tonta", le respondió para, acto seguido, escribirle el nombre real del periodista. De repente, el falso perfil desapareció.

Pero a esta estradense -felizmente casada desde hace décadas y que prefiere preservar su identidad- le pudo su faceta de mujer comprometida con la sociedad en la que le tocó vivir. Ya le había picado la curiosidad y decidió seguir investigando. En días sucesivos, le llegaron otras solicitudes de amistad de hombres extranjeros y hasta de una mujer cuando, en conversaciones con sus interlocutores cibernéticos, lanzó la pulla de que últimamente recibía muchas solicitudes de amistad de hombres -supuestamente de distintas razas y nacionalidades- sin que ella se considerase físicamente atractiva. Entonces, le entró una solicitud de amistad de una joven, supuestamente francesa. Esto no hizo más que corroborar sus sospechas.

En cuestión de días, no tardarían en llegarle nuevas solicitudes. Ante su desinterés por entablar relaciones sentimentales y su negativa a entregar fotos personales, intentaron tocarle la fibra sensible de otro modo. Uno de los varones que pretendían entablar una relación de amistad con ella también le pidió dinero, en este caso para operar a su hijo. Le decía que se encontraba en alta mar y que le resultaba imposible realizar una transferencia, prometiéndole que si la hacía ella le devolvería el dinero con intereses. Una vez más, cuando se vio descubierto, eliminó su perfil... si bien poco después volvió a crear otro alternativo.

Para la protagonista de esta historia la conclusión es clara. Las redes sociales son "como un cuchillo, una herramienta" para lo bueno pero también para lo malo. Hay muchos desaprensivos que se aprovechan de la soledad ajena para buscar víctimas susceptibles de ser estafadas. No proporcionar datos de nuestra vida personal ni fotografías que puedan ser usadas en nuestra contra o en futuras estafas a terceros son los consejos que brinda al respecto.

Coincide con ella la presidenta de la Asociación de Consumidores e Amas de Casade A Estrada, Kim Llobet. Ayer indicó que "el sentido común tiene que prevalecer siempre". "La picaresca existe" y hay muchas personas que se "buscan la vida aprovechando las desfavorables situaciones anímicas de los demás". "¡Sentido común! ¡Mucho cuidado con los datos y las fotos que damos", advirtió. Le consta que ha habido casos de estafadores románticos que han pretendido pescar en A Estrada. Y también la existencia de perfiles falsos con fotografías de terceras personas. "Subyace la soledad" de las víctimas que buscan esas redes mafiosas, expertas en "estafas románticas". "No salen a flote" por la "vergüenza" de sus víctimas. "Denunciemos, le pasa a cualquiera", apuntó Llobet, abogando por huir de la soledad con otras alternativas como el asociacionismo.

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