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Paisaje desolador a las puertas de la Fervenza

Decenas de árboles derribados por el viento bloquean uno de los accesos a las cataratas de Pazos y a su mirador

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Destrozos en el acceso al mirador de la fervenza del río Toxa

Acceder al mirador de la Fervenza do Toxa o descender hacia la propia catarata desde sus inmediaciones es misión imposible o, cuando menos, temeraria. Los caminos están bloqueados por decenas de árboles y ramas derribados por los sucesivos temporales de viento y lluvia que azotaron Galicia durante el pasado fin de semana. Solo es seguro el tránsito por el acceso habilitado para personas con movilidad reducida -a través de la aldea de Quintás, en la misma parroquia de Pazos-, que confluye con el que desciende desde el mirador ante la valla que delimita la bajada final.

La devastación fue tal que afectó a cerca de una treintena de árboles, en un cálculo aproximado, ya que es muy difícil moverse por la zona para establecer una cuantificación detallada. Los árboles -en su mayoría, pinos- fueron arrancados de raíz o vieron su tronco cortado de cuajo por la fuerza del viento en este paraje de Pazos que forma una elevación sobre la propia catarata, lo que, con toda probabilidad, favoreció la acción del viento por momentos huracanado o, a la vista de sus efectos, quizás en forma de torbellino o de pequeños tornados. Parte de la vegetación cayó sobre la baliza de madera que impide el descenso de los vehículos por el camino que baja al pie de la catarata desde la zona próxima al mirador. Sin embargo, la mayor parte de las señales indicativas -colocadas recientemente por el Concello de Silleda en el marco de un proyecto todavía sin concluir- no resultaron dañadas ni por la acción meteorológica ni por los propios árboles derribados, sino que permanecen en pie.

Peligrosa atracción turística

Las consecuencias de las tormentas se convierten en un motivo más de atracción para los turistas, aunque el tránsito por la zona supone un grave peligro para su integridad física. El paisaje es "desolador", como comenta un turista canario mientras toma fotos con cuidado de no perder el equilibrio entre los troncos de pinos caídos sobre el acceso principal al mirador. Como él, fueron otros los que llegaron ayer hasta el paraje con la intención de contemplar la catarata en su esplendor y se encontraron con la sorpresa de la devastación a sus puertas. Fue el caso de un grupo de jóvenes llegados desde Santiago de Compostela, que tuvieron que ir saltando uno a uno los numerosos troncos y ramas que se iban encontrando a su paso hasta llegar al tramo final peatonal de descenso, ya libre de restos y sin problemas para el tránsito pedestre.

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