Los efectos del paso de tres borrascas consecutivas el pasado fin de semana en Galicia son palpables, no solo en las miles de familias gallegas que continúan sin suministro eléctrico sino también en el caudal de los ríos, que tras varias semanas con cifras preocupantes que llevaron a activar una prealerta por sequía bajan cargados de agua. En algunos, como en el Umia, el río volvía a desbordar en Pontearnelas al estar el embalse de Caldas al 100% de su capacidad. Otra prueba de los efectos del temporal en Galicia son las cascadas del río Toxa. Esta mañana se podía ver como multiplicaba su caudal ofreciendo un espectáculo natural irrepetible.

La vegetación, la roca y el agua se funden en este rincón de Silleda para conseguir una obra maestra de la naturaleza. El Toxa, vencido por la impenetrable mole de granito, no es capaz de encajarse y salta la piedra dejando como regalo una de las más hermosas fervenzas gallegas.

Son sesenta metros de caída que, al precipitarse, van dejando finas gotas de agua que como una fina neblina, envuelven de misterio este hermoso lugar. Los líquenes y el musgo cubren las rocas y en el entorno los carballos, los castaños y los alisos completan una imagen que queda grabada para siempre en la retina.

Las cataratas se encuentran enclavadas en un paisaje con flora de especies autóctonas únicas, verdadera "botica" de los monjes del monasterio de Carboeiro, al que se llega siguiendo el trayecto que parte del pie de la poza. Se trata de la Ruta do Deza, una senda que recorre los concellos de Silleda y Vila de Cruces. Calificada PRG (pequeño recorrido) con una distancia de seis kilómetros, está perfectamente señalizada con indicadores y paneles explicativos.

El puente metálico lleva hasta la base de la cascada y permite cruzar después para iniciar una ruta que acompaña al Toxa hasta que desemboca en el Deza y posibilita conocer la ermita de San Paio, Merza, la playa fluvial da Carixa o el Balneario de Baños de Brea, además de A Ponte do Demo y la calzada medieval a Carboeiro.