En el año en el que se cumple el centenario de su nacimiento, Manuel Reimóndez Portela sigue vivo en el recuerdo de los estradenses. El añorado "médico de los pobres", padre estradense del anteproyecto de Estatuto de Autonomía de Galicia, humanista e investigador incansable, fue, además, alcalde del municipio entre 1983 y 1987. Y fue precisamente en esta etapa cuando el polifacético regidor local -que aspiraba a ser "el alcalde de todos"- impulsó la creación de dos símbolos de los que A Estrada carecía: el himno y la bandera.
Aunque él mismo ideó la propuesta que acabaría triunfando, fiel a su estilo de demócrata convencido y de hombre de consenso, Reimóndez Portela sometió su diseño hasta a 77 representantes de los diferentes sectores de la sociedad estradense. Hizo así que se convirtiese en la "bandera del consenso", en palabras de su hijo Luis.
Razón no le falta. Entre los consultados figuraban todos los integrantes de la corporación municipal así como profesionales de la medicina, la farmacia, la abogacía, la política, el periodismo, la industria, el comercio, el ámbito docente, la religión o el funcionariado. Emigrante entre los 9 y los 16 años en Cuba -donde sentaría las bases de la formación que años después le permitiría convertirse en médico- no olvidó consultar también a los centros gallegos en Caracas y Buenos Aires. "A Estrada crece y nuestras maneras apuntan progreso y un gran futuro", señalaba Reimóndez al inicio de la misiva. "Entre los símbolos entrañables de que podemos echar mano solamente contamos con nuestro conocido escudo, del que nos sentimos orgullosos, pero, en nuestra opinión, le falta su acompañante, la bandera", proseguía. Él, que había tomado conciencia de la importancia de los símbolos para los pueblos, entendía que A Estrada los necesitaba..
Acompañaba la carta con un modelo de bandera elaborado por él mismo. "No se trata de crear una bandera con bonitos colores, sin sentido, sino una bandera con "nuestros" colores o con los colores que hagamos razonablemente nuestros", exponía. Justificaba su elección del color rojo diciendo que "figura tradicionalmente en nuestro estandarte municipal" y porque también era el color del "equipo de fútbol estradense". También veía justificado el color verde por ser "el de nuestras tierras, nuestros valles, mesetas y montañas". Y el color blanco era para Reimóndez el que los "enlaza y une como símbolos de paz y amor fraternal que aúne a los estradenses". Pero el alcalde humanista también situó en su centro el escudo "con la Torre de Guimarei, símbolo de nuestro pasado en las tierras de Tabeirós", con el "valle verde y el Camino de Santiago que cruza el Puente Vea sobre el Ulla" y "en un cielo azul una estrella que nos guía por a estrada al sepulcro de Santiago".
La gran mayoría de los consultados -un total de 71- respondieron a su llamamiento y estuvieron de acuerdo con su propuesta. Otros, aprobando la creación de la bandera, planteaban la adopción de colores diferentes. Pero por consenso se impuso la propuesta original de Reimóndez Portela, que sería aprobada en pleno el 16 de mayo de 1984, en un pleno en el que Reimónde diría también que el verde claro "significa agua, esperanza" y "fuerza".
No fue el único símbolo del que Reimóndez dotó al municipio. A Estrada también le debe a él contar con un himno que la ensalza y promueve la fraternidad entre los estradenses. Sobre estas ideas, la paz, la libertad yla "hermosura natural" del municipio trabajó el poeta, narrador y miembro de la Real Academia Galega Salvador García-Bodañopara dar respuesta al "favor personal" que, según relató a FARO, le pidió su "amigo", el "médico de los pobres". En agradecimiento, le agasajó con una "escopeta magnífica" que no usó y que mantiene con la placa una tierra fértil en personas destacadas por su "amor a Galicia".
El maestro y director de la Banda de Música Municipal de A Estrada de aquella época, Eulogio López Masid, fue el encargado de diseñar la melodía. El himno se estrenó en 1987. Se grabaría en cedé en 2004 con motivo el décimo aniversario del Premio Xornalístico que lleva el nombre de Manuel Reimóndez Portela.
Suena menos de lo que debería pero este año, en el centenario del nacimiento de su impulsor, volvió a hacerlo con 96 voces de alumnos de Figueiroa acompañados por 37 músicos de la banda del Conservatorio de A Estrada bajo la batuta de Javier Comesaña. Al verlo en vídeo, su hijo Luis no pudo evitar emocionarse. Era el broche de oro al proyecto Estrada de Estradas del centro y un nuevo homenaje a Reimóndez del municipio por el que se desvivió y al que, como etnógrafo, le dejó un legado impagable: obras como la Guía Turística da Estrada,y, sobre todo, A Estrada Rural, un detallado estudio de las 51 parroquias y los 466 lugares del municipio. En él compilaba numerosísimos datos, muchos de ellos obtenidos de la gente humilde a la que le gustaba escuchar ejerciendo su profesión, como recordaría en su gran obra narrativa: Un médico na aldea. El que quiso ser el "alcalde de todos" lo ha conseguido. Le ha legado al municipio que tanto amó dos símbolos basados en la sensibilidad y la tolerancia que le caracterizaron.
