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El pulmón verde del interior provincial

Un informe de la OMS confirma que el aire de las comarcas está exento de contaminación

-Las mediciones registran un volumen de partículas inferior al mínimo de 10 microgramos por metro cúbico -Sin embargo, hay localidades con valores altos por la cercanía de Santiago, como Merza, Fontao o Carboeiro

Una unidad móvil de la Rede de Calidade do Aire de Galicia, el año pasado en Lalín. // Bernabé/Gutier

La Organización Mundial de la Salud (OMS) dispone de un informe según el que el la mitad de la población gallega respira aire contaminado, al concentrarse en éste una cantidad excesiva de pequeñas partículas que transportan contaminantes como hollín, sulfato o nitratos, que penetran en el sistema cardiovascular y en los pulmones. Son las PM 2,5, partículas de diámetro aerodinámico inferior a 2,5 micrómetros y cuya presencia en el aire no debe superar los 10 microgramos por metro cúbico, según las recomendaciones de la propia OMS.

Los datos que se recogieron de todo el planeta, mediante satélites y estaciones terrestres, desvelan que en el caso de las comarcas de Deza y Tabeirós-Montes, en líneas generales, el aire está exento de contaminantes, ya que no supera esa barrera de los 10 microgramos, salvo en localidades como Merza, Fontao y Gres (en Vila de Cruces) o Carboeiro (en Silleda). El hecho de que en estas parroquias sí se rebase el margen que marca la OMS se debe a la cercanía con Santiago de Compostela, cuyo aire sí está contaminado pero no afecta, sin embargo, a otros municipios limítrofes como A Estrada. Las mediciones de la capital gallega desvelan que su nivel de PM 2,5 es de 13 microgramos por metro cúbico, mientras que la presencia de otras partículas contaminantes, las PM 10, está en 23, cuando el límite que fija la OMS en este caso es de 20 microgramos. Conviene recordar que la normativa europea en cuanto a la contaminación del aire es mucho más permisiva: un límite de 25 microgramos para las partículas más pequeñas (en 2020 bajará a 20) y de nada menos que 40 para las más grandes.

Las principales causas de la contaminación del aire suelen estribar en los modos ineficientes de transporte, las centrales eléctricas, las actividades industriales o la quema desorbitada de, por ejemplo, combustibles o desechos. También es curioso, si tomamos los datos a escala global, hasta qué punto son contaminantes las tormentas de arena en el desierto (en Sfax, en el país africano de Túnez, el volumen de partículas es de 37 microgramos, por ejemplo). Con estas fuentes de contaminación, no es de extrañar que el noroeste pontevedrés sea, de algún modo, el pulmón verde de la provincia, puesto que nada más cruzar sus fronteras en dirección a A Coruña, ya aparece aire contaminado en Ponteledesma o Ribadulla. Ocurre lo mismo, pero en dirección a Pontevedra, con el concello recién fusionado con Cerdedo, Cotobade.

A nivel provincial, las dos principales ciudades pontevedresas también incumplen los límites que establece la OMS. Pero resulta curioso que, pese a la presencia de Ence, la ciudad de Pontevedra no tiene un aire de peor calidad que el de Vigo. La villa del Lérez se queda justo en los 10 microgramos por metro cúbico de partículas PM 2,5, así como en los 18 de las PM 10 (aquí sí cumple) mientras que la ciudad olívica tiene unos valores de, respectivamente, 11 y 21. Todo el sur de la provincia de Pontevedra tiene, a grandes rasgos, un aire con presencia de contaminantes, que se adentra hasta el oeste de la provincia de Ourense. Sin embargo, la ciudad auriense sí cumple con los límites de la OMS: 7 microgramos por metro cúbico en las partículas más pequeñas y 13 para las de mayor tamaño.

Esperanza de vida

La OMS alerta de la necesidad de conservar la calidad del aire, debido a que su contaminación puede causar enfermedades cardiovasculares, males crónicos o cáncer de pulmón, en los casos más extremos. Además, la exposición elevada a las PM 2,5 puede reducir en nueve meses la esperanza de vida. Recomienda que, de forma urgente, se tomen medidas como la puesta en marcha de un transporte sostenible en las ciudades, una gestión correcta de los desechos sólidos como alternativa a su quema y el uso de cocinas y combustibles limpios en los hogares, además de apostar cada vez más por las energías renovables.

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