El primer mercadillo de antigüedades que se celebró en la capital dezana, Lalín Antikuo, cerró ayer sus puertas después de tres días de actividad y con una afluencia de 1.500 personas, una cifra muy por debajo de las 4.000 que aguardaba la organización. Esta diferencia se debe, quizá, a que muchos vecinos desconocían que se cobraba entrada por acceder al recinto y, al llegar al mismo, decidían dar vuelta en lugar de adquirir el tíquet.

La organización señala que buena parte de los clientes visitaron la feria para ver qué ofrecían los 27 expositores, pero no todo el mundo se animó a comprar, a pesar de que los precios eran tan flexibles que se podían adquirir desde parches a un euros hasta cuadros por 30.000. La pieza más cara que se adquirió en la feria fue una escultura de bronce a caballo por 2.500 euros. También despertaron la curiosidad los muebles isabelinos de caoba, valorados en unos 4.000 euros, aunque también estaban a la venta otros mucho más accesibles, por unos 30.

La organización se reunirá durante estas jornadas para valorar los resultados económicos de la feria y decidir si organiza una nueva edición en la capital dezana. Echa en falta que desde el concello o desde la diputación no hubiese más apoyo logístico a la hora de dar a conocer el mercadillo que, eso sí, fue un auténtico deleite para los coleccionistas.