La vida da muchas vueltas, tantas, como las agujas de los relojes que vuelven a marcar el paso del tiempo tras ser reparadas en el taller que Isabel Muñoz-Redondo Pérez y su marido, Ramón Sánchez Martínez, fundaron hace ya más de tres décadas en A Estrada. Eran una pareja catalana que conoció a los profesionales de la Joyería Fondevila local en una convención. Les invitaron a pasar el verano en Galicia, les gustó el ambiente familiar que hallaron en A Estrada -muy distinto al de la cosmopolita Barcelona en la que residían- y, pensando que sería bueno para sus tres hijos se asentaron en la villa estradense.
Hijo y sobrino de relojeros, Ramón Sánchez era montador del taller de la prestigiosa firma de relojes Omega. Isabel había nacido en Puertollano pero se había trasladado con su familia a Barcelona en su más tierna infancia porque su padre, minero, sufría problemas de salud que le obligaron a cambiar de profesión y buscó en la ciudad condal las oportunidades laborales que necesitaba. Desde muy jovencita, Isabel trabajaba como administrativa en una empresa del textil de Barcelona. Pero lo dejó y se vino a Galicia siguiendo la "intuición" de su marido.
Fundaron en A Estrada un taller de reparación de maquinaria de relojería orientado a dar servicio solo a profesionales. Desgraciadamente, Ramón Sánchez fallecería "demasiado pronto" -relataba ayer con nostalgia su hija Cristina- e Isabel tomaría las riendas del negocio, en el que ya se ocupaba de la parte administrativa. No estaba sola. Su hijo Juan Antonio siempre quiso ser relojero y así se lo había hecho saber a su padre cuando él insistía en que estudiase una carrera. Le decía que, "aunque le anotasen a 5", él sería relojero. Y así fue. Hoy es el jefe de taller y el responsable del servicio técnico. Su hermana Cristina, que estudió Empresariales, también trabaja en el negocio familiar, ocupándose de la labor comercial, administrativa y de reparto. Son el 50 por ciento de los cuatro hijos que tuvo el matrimonio. La más pequeña ya nació en Galicia.
Juan Antonio y Cristina siguen haciendo que en el negocio fundado por sus padres siga oyéndose a diario el múltiple tic-tac de los relojes que reparan para relojerías de toda Galicia. A sus 67 años, su madre está jubilada pero sigue siendo la propietaria del taller. Y es también "a la primera" a la que piden "consejo para cualquier cosa", confiesa su hija Cristina.
Cuando supo que le iban a dar la Segueta de Prata del Colexio Oficial da Xoiaría de Galicia se sintió muy honrada y emocionada. Le encantaría poder asistir pero llevaba meses aguardando una operación ocular, la operaron el jueves y está convaleciente.. Por prescripción médica, se perderá su merecido reconocimiento. Lo recogerán sus dos hijos Juan Antonio y Cristina, acompañados por su yerno, Nacho Ochoa. Isabel se quedará en casa, acompañada por sus mayores joyas: sus nietas. Pero aun así saboreará las mieles del éxito, un galardón que reconoce su contribución a un sector al que ha consagrado toda su vida.