Cada vez más vecinos utilizan las redes sociales para denunciar vertidos y otros daños al medio ambiente. Algunos lo hacen esporádicamente, pero otros ejercen una labor de control y vigilancia que les convierte en una especie de "patrulleros de la naturaleza". Además de sus perfiles personales de redes sociales como Facebook, disponen de la inestimable colaboración de otros genéricos, entre los que destaca Natureza e Patrimonio Deza.

Ciudadanos como Pablo Santomé Souto o Diego Frade Amil, en Ponte, son dos de estos defensores del entorno natural y patrimonial. Al primero se atribuye la denuncia de un vertedero histórico de la paroquia silledense, el del monte de A Lomba, situado detrás de la iglesia y muy cerca del campo de la fiesta. Su caso es paradigmático y extensible a otros basureros incontrolados que, décadas después, siguen acumulando residuos. A Lomba es un terreno pedregoso, con mucha mata baja, pinos, robles y alguna plantación de eucalipto. Debido a la extracción de piedra para construcción de casas y muros, quedaron pequeños huecos en el suelo que, antes de la llegada de los contenedores de basura a la parroquia -en el cambio de siglo-, muchos vecinos aprovechaban para arrojar allí desperdicios de lo más variado: Envases de plástico, vidrio, restos de obra, un sillón de peluquería..., incluso elementos altamente tóxicos, como chapas de uralita. Por un lado, nadie trató nunca de erradicar el vertedero y, por otro, aún hay vecinos que -teniendo un contenedor a escasos cien metros del lugar- siguen tirando allí ropa vieja o restos veterinarios como agujas o envases de vacunas para perros. Pablo Santomé no solo lleva años denunciando estas prácticas, sino que incluso ha ido retirando basura con una carretilla.

Natureza e Patrimonio Deza ofrece a menudo ejemplos como este de malas praxis en la naturaleza. Sin ir más lejos, ayer daba a conocer su "denuncia del día", que consistía en varios neumáticos depositados sobre el lecho del río Asneiro a la altura de Porto Carreiro, en el municipio de Lalín. Sindo Ferradás López era el autor de la denuncia pública. Y tampoco era la primera vez, pues suya era otra estampa clásica de la Galicia rural publicada días atrás: Un electrodoméstico tirado junto a un camino en A Xesta.