Las probabilidades de que a uno le caiga un rayo encima, pese a que suele decirse que son más elevadas que las de que toque la lotería, ayudan a evitar el pánico cada vez que la luz de un relámpago rasga el cielo. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, es la estadística la que tiembla cuando hay tormenta en A Estrada. Y es que en menos de dos años cuatro rayos dejaron huella en un reducido y céntrico radio del casco urbano estradense.

La primera de estas fuertes descargas eléctricas llegó en noviembre de 2014. El relámpago entró entonces por el tejado de un inmueble, de tres pisos y bajo cubierta, en la Rúa Iryda. Causó un boquete y afectó a una esquina de la estructura de la cubierta. La casualidad y la fortuna quisieron que en ese momento el inmueble se encontrase vacío, de tal manera que únicamente hubo que lamentar daños materiales. Posteriormente, el pasado 10 de abril el cielo descargó su furia en la capital estradense por partida doble. Un rayo cayó en el Edificio de Usos Múltiples y otro se cebó con la casa consistorial, dejando en ella una profunda huella que todavía puede verse a simple vista en su cúpula. La última descarga eléctrica con daños en céntricas edificaciones se la llevó la iglesia parroquial de San Paio este verano, afectando a su reloj y a sistemas como la megafonía y la calefacción.

Así las cosas, aunque en todos estos casos la suerte fue mucha, toda precaución que se tome parece poca. Transcurridos más de seis meses desde que un rayo cayó sobre la emblemática cúpula del concello, la administración se encuentra valorando distintas opciones para proteger al edificio de nuevas descargas. Los técnicos estudian cuál puede ser el sistema de pararrayos idóneo, debatiéndose entre los pasivos y los activos.

Ninguno de los componentes del anterior pararrayos es aprovechable, de modo que la instalación de otro dispositivo pasivo implicaría realizar picas, una toma de tierra, un nuevo cableado y colocar una punta Franklin en el cupulín. Otras empresas recomiendan al Concello que apueste por un pararrayos activo. En base a la información facilitada ayer, este generaría una atmósfera perimetral adecuada para que, si cae un rayo, lo acerque y sea recogido por la instalación. Además de una instalación similar al anterior, llevaría un dispositivo de cebado localizado en la propio punta del pararrayos.

Carente en estos momentos de cualquier tipo de protección, la normativa exige que el ayuntamiento disponga de un pararrayos, teniendo en cuenta su envergadura, altura y esbeltez. Esta última pone en relación la altura de la construcción en referencia a lo que ocupa su planta.

El Concello se mantiene ahora a la espera de recibir documentación y precios para adquirir esta protección frente a las tormentas, si bien se matiza que estos dispositivos generarían el área de protección que aportaría un teórico cono de 45 grados. Ello indica que, aunque un pararrayos tendría más probabilidades de atraer a un relámpago, no implicaría que el dispositivo sea una garantía para una amplia zona a su alrededor.

Con independencia de por qué "escudo" se decante A Estrada, su instalación exige utilizar medios de elevación específicos, de modo que podría hacerse coincidir su uso con las obra de reparación de la cúpula que están pendientes de las correspondientes partidas presupuestarias.