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Vecinos de Merza se alían para gestionar la venta de la madera de sus propiedades

Constituyen una asociación que estudiará iniciativas como la limpieza de esas fincas

El lote de madera.

La Asociación de Amigos do Monte se hizo realidad gracias al empeño de dos vecinos de Merza, que con el asesoramiento de la ingeniera de Montes Cristina Gende consiguieron que 33 propietarios de varias fincas de entre 10 y 25 áreas se aliasen para vender una plantación de pino radiata que se repartía por todas estas propiedades particulares, a lo largo de 8 hectáreas, en la zona conocida como Cima da Valiña y que se plantó hace unos 20 años. Gende se encargó de hacer una tasación del lote de madera, para así poder sacarlo a subasta con un precio de partida. Ésta es la primera ventaja de la asociación, ya que favorece sobre todo a los propietarios de las fincas más pequeñas. "Lo normal es que los vendedores obtengan varias ofertas, pero al haber un precio de salida ya acuden a la subasta solo las empresas que están realmente interesadas", explica Gende, quien añade que gracias a la puja "todo el mundo obtuvo unos ingresos en función de la superficie que aportaba cada propietario, se cubrieron los gastos de tasación y las mediciones topográficas e incluso se volvió a plantar, algo que no podría darse con la venta parcela a parcela y de forma individual".

Ahora mismo, el colectivo está estudiando qué forma jurídica le conviene más, si una asociación de propietarios o una Sociedade Agraria de Transformación (SAT), porque la idea de los integrantes es seguir haciendo labores conjuntas en otras zonas del monte que no resultan tan productivas. "Si la venta se hace a través de una cooperativa o de una SAT, factura esa entidad y después se hace la liquidación. Si se trata de una asociación, no queda muy claro, en caso de ventas, quién factura". Tampoco se puede confundir esta asociación con un colectivo que gestiona montes mancomunados, porque en el primer caso se trata de propiedades privadas. Sea como fuere, la entidad en que se engloban esos más de 30 propietarios tiene por delante otros proyectos en común, como la posibilidad de realizar de forma colectiva el mantenimiento y limpieza de esas fincas privadas, de modo que los gastos se asumirían de forma proporcional a la superficie de cada parcela. Sería, en cierto modo, un regreso al pasado, porque el Monte da Valiña hace 100 años era monte abierto, de modo que ya había una explotación comunitaria. Los vecinos decidieron después partirlo y crear títulos de propiedad.

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