A pocos le gustaría estar en el pellejo de uno de los diez ediles del grupo de gobierno lalinense. Si en una primera etapa tuvo las manos libres para gobernar, la espantada el ahora concejal no adscrito, Juan José Cruz, deja al equipo de Rafael Cuiña en una posición de inferioridad que está siendo aprovechada por el representante municipal sin agrupación política, pero también por el PP.

Quizá no haya un nexo de unión en las acciones de Cruz, que lo mueve más una lucha contra el ejecutivo por orgullo y defensa de su nueva posición, y hasta la fecha echó abajo todas las iniciativas del gobierno que tuvo a su alcance. Los populares, por el contrario, se sienten con la fortaleza de exigir al grupo de Cuiña negociación en la gestión municipal; es decir, aún defendiendo que son oposición, que el cuatripartito debe contar con ellos. En el grupo liderado por José Crespo hay miembros más beligerantes y otros, entre los que estaría el propio exalcalde, que prefieren actuar con más sosiego. Es un secreto a voces que el PP se sintió vilipendiado por el trato que, a su juicio, recibieron algunos de sus ediles o el grupo completo en ocasiones, cuando el gobierno de integración estaba en mayoría. Ayer en el pleno Crespo volvió a reclamar diálogo y advertir a Cuiña que sin un clima de entendimiento el gobierno local lleva las de perder. Por eso ayer en la sesión plenaria la oposición, con Crespo curtido en mil batallas políticas, lanzó una propuesta para maniatar más si cabe a un gobierno en minoría. Mediante una moción el PP plantea dejar sin competencias a la junta de gobierno y que prácticamente toda la gestión municipal se debata y apruebe en el pleno. Esta propuesta, retirada a última hora tras se registrada por urgencia pues el alcalde, Rafael Cuiña, haría valer su voto de calidad para tumbarla, volverá a pleno salvo una improbable marcha atrás de los populares. Crespo la justifica en la exposición de motivos alegando que el cambio en la configuración de la corporación está motivado por la falta de capacidad negociadora y de gestión del personal del grupo por parte del mandatario. De este modo, en la junta de gobierno, reservada en todos los concellos a miembros del ejecutivo, es ahora para el PP un órgano que no representa a la mayoría de los miembros de la corporación. Para que esta moción salga adelante los populares precisan del apoyo de Cruz, un respaldo que ya se prestaron mutuamente en los plenos desde que el no adscrito se marchó.

El gobierno no tiene muchas alternativas. Algunos ediles del PP entienden que Cuiña tiene en Cruz a su alternativa para tratar de llevar lo que resta del mandato con un mínimo de estabilidad, pero al tiempo dicen que los ataques hacia este edil no favorecen las relaciones ya de por sí rotas entre las dos partes y que incluso no ven para nada descabellado que pueda haber acuerdos puntuales en temas en los que PP y Cruz coincidan. Es decir, niegan que como afirma el gobierno, exista una pinza entre ambos, aunque sí habría vasos comunicantes al margen de que el no adscrito vaya por libre. El exedil de Xuventude y los populares coinciden en una cosa: reclamar diálogo al grupo de gobierno, pero las respuestas del equipo de Cuiña parece que están llegando en una sola dirección y no como le gustaría al PP, quien justifica su veto a algunas inversiones precisamente por este asunto. Mientras el ejecutivo parece favorable a negociar temas de calado con los populares, a Cruz no lo quieren ver ni de lejos y en casos se dirigen en público a él como tránsfuga. "A mí también me gustaría el diálogo", exclamó el no adscrito en el pleno, donde llegó a reclamar que la ciudadanía contactase con él para exponerle temas. "Ya, pero este gobierno no quiere negociar contigo. Con todas las diferencias que tengo con el PP, a ellos sí le importa Lalín, pero usted no se representa ni a sí mismo", le replicó el regidor.