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Caminando entre gigantes

El estradense Manuel Neira y su familia viven rodeados de mastines de denominación "Terra de Montes"

Manuel Neira y su mujer posan con algunos de los mastines que tienen en su finca. Bernabé/Wendy Carolina

Comenzó poniéndole nombres que empezaban por X a su primera camada. Con la segunda cambió de letra y así sucesivamente. Es una forma de tener controlados a los más de diez mastines que llega a tener en su finca. "A veces son tan parecidos que tengo que apuntar alguna característica física o mancha para no confundirme".

Manuel Neira, más conocido en A Estrada como Manolín, reconoce que su día a día entre mastines se ha terminado por convertir en una forma de vida para él y para su familia. "Mi mujer está encantada", reconoce.

Esta pasión por los mastines comenzó sin embargo cuando abandonó la vida en el pueblo y en un piso para asentarse en una casa cercana a Cerdedo con una amplia finca. "Llevo siete o ocho años con ellos. Vivo en una aldea y surgió la idea de tener un perro. Un amigo me sugirió un Irish Wolfhound, un cazador de lobos irlandés, que es un perro muy bonito pero no me convencía. Al final me decidí por un mastín. El motivo es que yo salgo mucho de viaje y paso bastante tiempo fuera. Por eso me recomendaron este perro, porque es muy independiente. Con un mastín te puedes ir una semana y cuando vuelves te van a ver y punto. Con otro perro tienes que estar más pendiente", explica.

La última camada: Argos (M), Perseo (M), Maya (H), Hermes (M), Ares (M), Apolo (M), Tántalo (M), Leto (H) y Hera (H). Bernabé/Wendy Carolina

Ese primer paso terminó por convertirse en algo mucho más grande, especialmente por el carácter de Neira, que nunca ha querido desprenderse de muchos de sus perros. "A partir de ahí surgió la historia de los mastines. Tras mucho mirar me decidí a comprar la primera pareja. El cursillo más acelerado sobre estos perros vino después. Cuando compras dos y te engañan tres veces, empiezas a aprender. En el mundo de los criadores hay de todo un poco y yo no acerté la primera vez. Los tuve, los mantuve y cuando me surgió, cogí otros. Luego empecé a criar yo y los fui definiendo. Mastines hay muchos, pero el que más me gusta es exactamente el que yo tengo, un perro potente pero sano, ligero y ágil. Que trabaje, no esas alfombras que ni se mueven. Vas afinando el ojo y te vas decidiendo. Al final creo que tengo unos perros con una genética de lo mejor de España. Esto no deja de ser sin embargo un hobby, porque yo no vivo de los perros, al contrario, me cuestan dinero. Eso me permite hacer lo que quiero. No hago camadas para vender".

Estos grandes animales pasan la mayor parte del tiempo descansando para ahorrar esfuerzos. Bernabé/Wendy Carolina

Su pasión por la cría de estos perros animó al estradense a acudir a concursos en los que poner a prueba sus mastines y compararlos con otros de toda España. "Hubo una época, al principio, que acudía a concursos y gané algunos. Ahora ya hace tiempo que no voy. Una razón es por pereza, porque me cuesta viajar más de lo necesario, y otra porque cuando te vas rodando en los concursos acabas un poco descontento. El ganador lo decide un juez y es algo que tienes que respetar pero a mí no me hace cambiar mi idea de mastín. El tipo de perro que gana en concurso es un perro más modoso. No es lo que yo busco", explica.

Neira apostó también por un afijo de su tierra para sus mastines, que se presentan bajo el nombre de "Terra de Montes". "Yo soy de A Estrada y es un nombre precioso. Cuando hice el afijo elegí ese. Todos los cachorros de mi camada pasan a tener ahora ese apellido. Es como el nombre del criador".

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