La catarata que forma el río Toxa a su paso por la parroquia silledense de Pazos se ha convertido en el principal reclamo turístico de Trasdeza, después del monasterio de Carboeiro. No en vano ambos recursos están conectados por medio de una ruta de senderismo. Sus sesenta metros de altura otorgan a la Fervenza do Toxa el título de la más alta de Galicia en caída libre y la convierten en la incuestionable reina en un municipio plagado de saltos de agua. Al menos cinco han sido redescubiertos en los últimos años, si bien continúan siendo desconocidos para la mayoría de la población, incluida la autóctona.

Después de las cataratas de Pazos, las más populares de Trasdeza son las de Férveda, en la parroquia de Escuadro. Distintas actuaciones llevadas a cabo por parte de vecinos y colectivos y del Concello de Silleda han contribuido a su puesta en valor en tiempos recientes. Desde 2011 se celebra en su entorno una romería musical organizada por la Asociación Cultural O Son da Fervenza, principal valedora de un espacio de ensueño abandonado a la maleza y desprotegido durante décadas. Su labor de limpieza ha hecho visitable la zona, que ha sido objeto de caminatas para su promoción en los últimos años y que está incluida en una ruta de senderismo del centro de intepretación de la naturaleza. En las inmediaciones de la cascada que forma el río Escuadro existen cuatro molinos y restos de un castillo.

La práctica en auge de senderismo contribuye decisivamente a la puesta en valor de algunos de estos espacios. Es el caso de la cascada que forma otro modesto regato, el Mosqueiros, al precipitarse por los montes de A Devesa, en la parroquia de Graba, justo antes de encontrarse con el Toxa. Su longitud y verticalidad confieren espectacularidad a una caída escondida en un paraje de muy difícil acceso.

Menos altura, pero también gran belleza, presentan las tres fervenzas que crea el río Oisa o Mera en Rosende (Ponte) y que ni siquiera conocen muchos lugareños. La primera es una pared vertical de unos dos metros de altura junto a un molino en el paraje de A Torre, cerca de la aldea. Curso abajo hay otra de unos quince metros, con una breve caída inicial en vertical, con acceso -impracticable- desde el vial de la depuradora. Tampoco es fácil llegar a la tercera catarata, dividida en dos tramos de poca altura en un doble recodo del regato, muy cerca ya de su desembocadura en el Deza y de la vieja central hidroeléctrica; otro molino y un puente pétreo elevan la belleza del paraje.