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Jugar con el agua, toda una aventura

Los siete niños saharauis acogidos en Deza disfrutan lejos del calor del desierto

Los siete niños que aterrizaron en tierras dezanas, a través del programa Vacacións en Paz, ya está disfrutando de los primeros días junto a sus familias. Estos pequeños, en muchas ocasiones, llegan con anemias y falta de hierro, que aquí pueden solventar por unos meses, además de otro tipo de asistencia médica que es cubierta durante la estancia, como las revisiones gratuitas en las ópticas Silva y Esther Cortés. Cinco niños son repetidores -tres en Lalín, uno en Rodeiro y otro en Agolada-, ya conocen las costumbres y saben lo que se van a encontrar, aparte de estar familiarizados con el idioma. Los dos primerizos son acogidos por sendas familias de Silleda.

Las familias están entusiasmadas con la llegada de sus pequeños. Es el caso de las hermanas Susana y Fátima Varela. La primera volvió a ver a Lehyeila, de 12 años, por cuarta vez, aunque es el último período que podrá recibir a la pequeña. "Esta es una experiencia satisfactoria y positiva para ella, pero también para nosotros porque aprendemos mucho de ellos y de su cultura, me da pena que sea el último año", comenta. Lehyeila ya está adaptada aquí y conoce el idioma: "Habla bastante español y ya casi sabe hablar gallego", apunta Susana. Durante los meses que residen en Galicia, reciben asistencia médica y aprenden la cultura, pero lo más importante para estos padres es "quitarlos del calor que hace en el Sáhara, en ocasiones llega a los 55 grados". Los primeros años, siempre son los más difíciles, "ahora está ya españolizada, pide y come todo, menos carne de cerdo, por su cultura", explica Susana. Lo que más les llama la atención es el agua y poder jugar con ella: "Aquí voy a la playa y a la piscina, y también a las fiestas, que me gustan mucho", dice la pequeña.

Fátima, por su parte, lleva cinco años acogiendo a Labda, un pequeño de 13 años. Considera que esta experiencia enriquece mucho, pues "aprendes a valorar cosas a las que antes no le dabas importancia". Fátima tiene un bebé de dos meses y se muestra encantada con la experiencia de estos primeros días: "Ver como le trata, lo protege y lo cuida, como si fuese su hermano de España es muy tierno para mi, es una faceta nueva". Con el paso de los años estos chicos se adaptan a las costumbres y cultura de aquí: "Hay un gran cambio con respecto al primer año, Labda mejoró mucho, tuvo una transformación en su mentalidad y ver eso es muy satisfactorio". Fátima visitó el Sáhara y pudo estar con el pequeño en su casa: "Ver que los hábitos que cogió viviendo conmigo, como ayudar en las labores de la casa, los realiza allí es muy sorprendente y gratificante-añade-. Se nota mucho la diferencia física y de comportamiento entre los niños que salen del país de los que no". Subraya que "es una experiencia recomendable a todo el mundo que quiera porque, no es solo buena para ellos, sino para nosotros".

Una familia de Pedrosa, Rodeiro, lleva acogiendo a Mehdi desde hace tres años, por lo que está totalmente adaptado y ya es uno más del lugar. "El primer año es en el que ven todo más novedoso y cuando se sorprenden por cualquier cosa, ahora, si que ves que cuando llegan están débiles y flacos, pero ya no es lo mismo", explica Isabel Porto, la madre de acogida. Como todos estos niños, "lo que más le gusta es el agua y todo lo que esté relacionado con ella. También ver llover para ellos es algo mágico". Después de varios años, Mehdi ya tiene sus amigos, "juega con los niños, también con sus primos, hacen una pandilla grande y lo pasan genial", comenta Isabel. El pequeño, que está observando todo de nuevo, pasa estos días "jugando y viendo la televisión" y coincide con sus compañeros saharauis en que "lo que más diferente noto es el agua, que aquí hay en abundancia". Esta experiencia es "recomendable y totalmente satisfactoria para todos, yo estoy encantada", afirma Isabel.

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