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Idhaly Guzmán: "Queremos hacer que los niños y los padres creen un vínculo más estrecho"

Junto a Miguel Constenla, impartirá en A Estrada un taller de psicoeducación emocional para niños que presenten TDAH

Miguel Constenla e Idhaly Guzmán practicando una actividad de relajación.

Con el objetivo de crear un espacio de interacción entre padres e hijos y de ayudar a aquellos jóvenes que presenten un Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), el Concello de A Estrada a través de Acrofam, impulsa un taller de psicoeducación emocional consciente. Será impartido mañana, el martes y el miércoles por dos representantes del Grupo Ambos, Idhaly Guzmán y Miguel Constenla. Tras años de experiencia, hoy la psicóloga toma la voz cantante para explicar en qué consiste su proyecto y defender que el bienestar y el autoconocimiento se puede conseguir gracias a la meditación y el pensamiento positivo.

-¿Qué objetivo buscan cumplir con la celebración del taller de psicoeducación emocional?

-Queremos hacer todo lo posible para que los niños y niñas, así como sus padres y madres, aunque en secciones distintas que al final se van a unir, puedan desarrollar un vínculo más estrecho y más consciente de lo que sienten el uno por el otro. Por supuesto, el taller tiene prácticas que son muy divertidas, sencillas y que logran que cada cual se conecte más con su serenidad, con su sabiduría emocional o con su foco mental. Es decir, está relacionado con concentrarnos más en nuestros pensamientos, en lo que sentimos. También en atender a lo que nos dice el cuerpo con sus sensaciones y, por otra parte, darle pausa a las vocecitas de nuestra mente que a veces nos distraen y nos alejan un poco de la experiencia que nosotros podemos disfrutar y potenciar.

- Dentro del proyecto que se celebrará la próxima semana, ¿cuáles son las actividades que llevarán a cabo?

- Desde conocernos hasta bailar con música terapéutica compuesta por mi marido, Miguel Constenla, y también cantar. Es decir, danzar y cantar con letras que fueron diseñadas específicamente para mejorar el concepto que tenemos de nosotros mismos, el conocimiento de nuestras emociones o para aumentar nuestra autoestima. También para creer en nosotros mismos. Para que al final de esa actividad se pueda meditar. En el caso de los niños, aunque también con los padres, la manejamos de una manera dinámica. Es una meditación que comienza de pie, con algunas prácticas muy introductoras de ejercicios de Tai Chi. Esto consigue que los asistentes conecten con la sincronía de su respiración y sus pensamientos. Entonces esta actividad, frente a la primera, es más centrada, más en silencio y genera muchísimo bienestar.

- El programa lo ha diseñado en colaboración con su marido, Miguel Constenla. ¿Cómo llegaron a desarrollarlo?

-Fundamentalmente, nos iniciamos con el trabajo con adultos. Las actividades no estaban tan enfocadas al Tai Chi como sí a la búsqueda de la integración de conocimientos de la psicología desde el punto cognitivo-conductual. Esto se basa en que lo que pensamos influye en lo que sentimos y viceversa: lo que sentimos determina lo que hacemos, sea conveniente o no. Después de muchos años tratando pacientes y trabajando con grupos para mejorar hábitos para la salud, el bienestar y la relajación, pensamos que había una parte que quedaba desatendida y era la de los niños. Sabemos que cuánto más temprano les enseñamos estos principios, estos valores y esta terapia es mucho más fácil que en la adolescencia o en la edad adulta misma tengan habilidades para vivir más felices. Ahora vamos a probarlo con todo el ánimo y alegría del mundo en A Estrada.

-En este taller van a trabajar con niños y niñas que presentan un Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). ¿En qué puede beneficiar el proyecto a los jóvenes que participen en él?

-Esto básicamente genera que ellos puedan encontrar una forma dinámica, no rígida. Una forma flexible de centrarse, en ver cuánto placer pueden encontrar. Y no necesariamente esto tiene que trabajarse con personas que tengan alguna problemática, todo lo contrario. De manera general, favorece a todos. Conseguíamos hacer un espacio de concentración, de atención y de entendimiento de lo que sienten los pacientes. Era muy bonito porque luego ellos a otros chicos y chicas les transmitían su testimonio, su buena experiencia. También es muy emocionante escuchar a los padres y ver cómo mejoran.

-Han animado a los padres a que participen, junto con sus hijos. ¿Puede repercutir positivamente este tipo de interacción entre ellos?

-Cuando hemos trabajado solo con los niños o solo con los padres, aun cuando hemos encontrado progreso, solíamos ver más adelante que había cierto abandono de lo que habían aprendido. Quedaba como algo teórico que se había adquirido pero no tenía mantenimiento en el tiempo. Cuando comenzamos a poner a los padres e hijos en interacción en un espacio determinado de estos talleres el aprendizaje era significativo. Entonces allí comenzamos a darnos cuenta de que aunque no fuesen más horas de trabajo o de enseñanza y aprendizaje, el menor tiempo de mayor calidad quedaba grabado. Después, en casa, era más fácil que la madre o el padre del niño, o en otros casos adolescente, introducían eso que habían vivido en un momento determinado de sus vida y que los contentó, relajó o aquietó.

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