-¿Para cuándo un proyecto más ambicioso en la gran pantalla con un largometraje de ficción?
-Nos tienen ofrecido alguna cosa, pero no acabamos de meternos de lleno en eso porque los recursos que tienes que aplicar a un proyecto, tanto personal como profesionalmente, de tiempo y de todo es muy grande. El cine hoy en día es muy complicado que termine siendo algo rentable.
-¿Hay que estar un poco loco para dedicarse a la producción?
-No lo creo. Simplemente tienes que tener inquietudes, lo que pasa es que hay que apostar por cosas que no sólo son gratificantes desde el punto de vista artístico, sino que también se trate de proyectos al que sacarle rendimiento económico. Por eso, en este trabajo hay que organizarlo todo muy bien. Yo siempre digo que todos los proyectos tienen su interés, a partir de ahí hay que ver cómo lo vendes, cómo será su producción y cómo vas a conseguir la financiación necesaria. Es lo mismo que hacer el plan de una empresa. Si de primeras no te va a reportar beneficio, ¿para qué te vas a meter en ese proyecto?
-¿Se puede sobrevivir sin las subvenciones oficiales?
-Para proyectos grandes la subvención es un apoyo, pero no es lo más importante. Hay que buscar otro tipo de financiación. Por un lado, la financiación propia y, después, la que tiene que ver sobre todo con aportaciones privadas. A paixón de María Soliña costó unos 120.000 euros y casi todo se financiación con aportaciones privadas y públicas. Quiero decir que todo tenía la misma importancia.
-Como cinéfilo, ¿cuál es el cine que le gusta ver?
-Desde pequeño me apasiona. En Lalín empezamos con Kortos Q3, cuando mi primo y yo éramos muy jóvenes. Me gusta mucho cómo Bergman trata el personaje principal de La Pasión de Juana de Arco, y de hecho el documental sobre María Soliña tiene mucho de esa película. Por supuesto, siempre salvando las distancias entre lo que es Bergman y nuestro trabajo.
